martes, 12 de diciembre de 2017

La mirada de los peces, de Sergio del Molino


         Cada vez se resienten un poco más mis rodillas, cuando hago una ruta larga con la bici y subo una cuesta empinada o cuando voy al monte y hago más kilómetros de los previstos o voy demasiado rápido, como me gusta. Así me voy dando cuenta del inexorable paso del tiempo. También cuando vuelvo a ver a mis hijos y siento que cada vez les intereso menos, cada uno ocupado en sus cosas, en sus propios hijos. Hace tiempo que dejé de ser el demiurgo que estaba encima de ellos, protegiéndolos, vigilando sus pasos. Ahora ellos son el demiurgo, atentos a quien ellos creen que les necesita. Yo soy como un islote flotante, sin amarras, un poco perdido, aunque aún tenga de quien ocuparme, de entes más flotantes que yo. 

          Así este libro de Sergio del Molino que acabo de leer. Me resisto a verlo como una novela, aunque cualquier escritura es ficción, sea cual sea el tema, porque no entendemos nada si no enfocamos cualquier asunto como un relato y a las personas que aparecen, y los asuntos, como personajes atados a las reglas de la ficción. Del Molino se ocupa de su generación, cercana a los 40, cómo creció en un barrio de una ciudad de provincias, su música, sus libros, el amor imposible, siempre hay un amor imposible, aquellos que le ayudaron a ser quien es, si es que es alguien. Una biografía de su adolescencia y juventud, la suya y la de su generación. El punto de apoyo para construir su relato es un profesor de filosofía de instituto que alcanzó cierta relevancia en la breve marea del 15-M. Es el antagonista necesario para construir su propio personaje, la confrontación dialéctica con la generación que le precede. Ahí me he visto yo. Su punto de vista no es muy halagüeño, tampoco lo es el mío, sobre mí mismo y sobre lo que hayamos hecho cuando los teníamos en clase. Pero quién puede alardear. La vida es breve, pasamos un tiempo sobre el escenario ante de ser barridos por el olvido. El libro de Sergio del Molino es un libro necesario, el que todo el mundo debería escribir, aunque sólo fuera imaginariamente durante un par de tardes en la butaca del salón, mirando al horizonte a través de la ventana, reordenando recuerdos, desechando, resaltando, preservando algunos para decirse, antes de que sea demasiado tarde, que, después de todo, ha merecido la pena. Habiendo leído ya varios de tantos libros como han aflorado con el mismo tema, la conciencia de pertenecer a una generación sin conciencia de si misma, es el que más me ha gustado, porque está muy bien escrito, porque es sincero, lo que se puede decir de muy pocos, lo que no le ayudará demasiado en las ventas. Aúpa Sergio, ya llevas dos buenos libros.

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