No
he visto muchos, pero los hay. Gente con lazos y bufanda amarillos,
en un pack, lazos y bufanda. Gente de en la edad, mayor, pocos
jóvenes. Es la prueba de que el 155 no ha ejercido su autoridad.
Podría haberlo hecho pero ha preferido un ejercicio light, temeroso
quizá. También es prueba de que el franquismo no ha vuelto como
claman los indepes, si alguno les prestara crédito. Los que
lo vivimos sabemos cómo ejercía la autoridad. El modo más
contundente y efectivo era el ambiental, atmosférico, por decirlo
así, que es como la autoridad domina el terreno y su ejercicio se
hace duradero. Todo el mundo sabía qué era lo permitido y qué no.
La mayor parte de la gente se atenía a ello, sin tenerlo presente en
la conciencia, automatizado. Y luego lo transmitía e inculcaba,
ocupase cada uno la parte que ocupase en el escalafón. No sucede de
modo diferente ahora. El nacionalismo lleva ejerciendo su autoridad
durante décadas, al menos desde que Pujol ascendió en el 82, aunque
ya antes. Y sigue. El Estado no lo ha derrotado todavía. No ha
impuesto la suya, su autoridad, porque no quiere o cree que no puede o
no se atreve.
Por
la boca y los actos de cada uno habla la autoridad. No hay una
autoridad única, hay unas cuantas identificables. Se podría rastrear los items, las construcciones, los modismos. De hecho las
empresas que recopilan y analizan el big data lo saben, cómo
pensamos, cómo actuamos, de qué hilos penden nuestras
manifestaciones. Es un proyecto incumplido el de la Ilustración de
hacer de las personas ciudadanos autónomos, responsables, capaces de
pensar por sí mismos. Pongamos el oído. Por las bocas habla la
convención, el mainstream, el trending topic, la autoridad.
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