domingo, 12 de noviembre de 2017

Despertar

    

              Y si fuese la música el silencio?
              Dejad hablar a la silente música.
                          (Antonio Colinas)

              Sí, es en el silencio donde suceden las cosas, también en la lentitud, en el silencio que emerge de la lentitud, las cosas que merecen la pena. No es necesario caer en mística alguna, someterse a algún tipo de esclavitud mental, para darse cuenta de que algo no funciona en el tipo de vida al que estamos abocados por culpa de la prisa, de la tecnología, de la vida líquida que se escurre sin darnos cuenta de que eso no es vivir. Si uno vive la experiencia de dejarse llevar por los ritmos de la naturaleza: levantarse con el sol, acostarse no mucho después de que la noche extienda su capa, alimentarse con lo necesario, desdeñando la comida industrial, los preparados, moverse como lo hacen el resto de los seres vivos que junto a nosotros pueblan la tierra, que si uno se baja de la locura en la que el mundo ha entrado, obtendrá su recompensa. Los sentidos se abren, se recuperan de la atrofia al que el totalismo de la visión les ha llevado, y empezamos a oír lo que antes no distinguíamos, a oler, a sentir lo que aparece oculto por capas de artificio. Sé que hay una dosis de egoísmo en esta concepción de la vida, poner por delante el disfrute sensorial del mundo, procura una felicidad solitaria, exige abstraerse de los problemas que acompañan una existencia compartida, pero sólo si uno rebaja sus expectativas, si reduce al mínimo los deseos, podrá contemplar una vida juntos bajo supuestos más saludables.

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