domingo, 24 de septiembre de 2017

William Knox D'Arcy y la British Petroleum



          A finales del XIX Persia era más que nunca el centro del tablero. Conectaba el Golfo con la India, el extremo sur de Arabia con el Cuerno de África y todos ellos con el canal de Suez, a través del cual llegaban sus mercancías a Europa. Sin embargo, un nuevo elemento iba a trastocar las relaciones económicas y políticas del mundo.


          La familia Knox D'Arcy como consecuencia de un negocio fallido se declaró en bancarrota abandonando Inglaterra para trasladarse a una remota ciudad de Australia. William Knox D'Arcy comenzó ejerciendo de abogado convirtiéndose en un miembro distinguido de la localidad hasta que en 1882 tuvo un increíble golpe de suerte, compró las acciones que tres hermanos tenían en una prospección minera. Justo después de la compra se descubrió uno de los mayores yacimientos de oro de la historia. El valor de las acciones de multiplicó por dos mil y en los diez años siguientes el rendimiento fue de doscientos mil por ciento. William se convirtió en uno de los hombres más ricos del mundo, volvió a Inglaterra, se construyó mansiones en consonancia con su riqueza y se dedicó a su afición favorita, la caza. Pero no paró ahí. Su instinto para los negocios lo llevó a poner su nariz en Persia. A través de contactos a los que engrasó convenientemente, logró seducir al sah Mozaffareddín, jugándose en el empeño prácticamente toda su fortuna. Los persas en vez de hacerse cargo de su propia riqueza preferían vender servicios y contactos. William Knox D'Arcy, tras una larga y tortuosa serie de negociaciones en la corte, convenientemente lubricadas, y con el apoyo del gobierno inglés, en 1901, logró un estratosférico acuerdo con el sha, “plenos poderes y libertad ilimitada por un periodo de sesenta años para sondear, perforar y taladrar a su voluntad las profundidades del suelo persa”. En mayo de 1908 perforaron un enorme pozo y las acciones de la Anglo-Persian Oil Company se dispararon. Se construyeron oleoductos, refinerías, el oro negro empezó a fluir hacia Occidente, dando nueva vida a las antiguas rutas de la seda. El historiador Peter Frankopan compara, por su trancendencia, la firma del documento entre el sha y Knox D'Arcy con el descubrimiento de Colón en 1942. Como entonces, enormes tesoros y riquezas se encaminaron de Oriente hacia Europa. El gobierno inglés comprendió antes que nadie la trascendencia de la nueva fuente de energía, cambiando los motores de carbón de sus buques por otros cuyo combustible era el petróleo y, en consecuencia, tomó el 51 % de las acciones de la Anglo-Persian para transfromalarla en la British Petroleum. Churchill, primer lord del Almirantazgo, anotó que lo que estaba en juego era el dominio de los mares. Había nacido la ruta del petróleo.

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