jueves, 21 de septiembre de 2017

Revolución




                Ahora mismo hay dos relatos en juego. El de la ley y el de la calle. El primero es frío y áspero, no sirve para hacer un buen reportaje en televisión o en un periódico. Los corresponsales extranjeros no pueden lucirse. Es el reflejo antipático del poder con todas las adiciones negativas que se han ido amasando en el imaginario mediático. El segundo es seductor sin más, las masas en las calles, los cantos y los eslóganes frente a la amenazadora policía que arrastra a manifestantes por el asfalto. Así nacen y crecen las revoluciones, alimentadas por su fotogenia en las primeras páginas y en los informativos, encendidas ahora en twiter y en wathsapp, nadie se acuerda qué sucedió en las anteriores ni en las consecuencias que les siguieron. Qué importa de qué parte este la razón, quién va a ponerse a argumentar y debatir.

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