lunes, 11 de septiembre de 2017

Atenerse al pacto de Ulises


               Durante años se le ha prometido a la población una gratificación inmediata, jauja a la vuelta de la esquina. Cada Once de Septiembre la promesa se renueva en un acto de comunión colectiva. Se ha creado una burbuja que afecta sobre todo a la red neuronal de cada uno de los individuos abducidos por la ilusión. Los dirigentes de las asociaciones nacionalistas (ANC, Omnium, AMC) han visto la oportunidad de elevarse por encima de la común mediocridad y optar a puestos relevantes, al tiempo que han empaquetado los ensueños en expectativas de rápido cumplimiento que han vendido a sus seguidores. Una parte ha comprado el paquete y sale a la calle a mostrar su entusiasmo cada Once de Septiembre. Para que tuviera visos de verosimilitud han levantado una gran simulación: una constitución hecha por un solo hombre, leyes de transición, grupos de seguimiento, cargos en el Estado futuro. Una simulación hasta ahora no puesta a prueba porque el gobierno español se ha mostrado pasivo. Es la seducción del 'ahora donde todo es posible', que no tiene en cuenta las desastrosas consecuencias del futuro si llega a tomar cuerpo. El estricto cumplimiento de la Constitución del 78, nacida del pacto entre todos los agentes de las fuerzas políticas que la pactaron (pacto de Ulises), y las dificultades para su modificación, es la garantía de que el yo presente trastornado por el ensueño (Puigdemont: "Damos miedo y más que daremos") no se imponga al yo futuro responsable de sus actos.

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