lunes, 10 de julio de 2017

Baby Driver



          Las películas del verano son para adolescentes, monstruos, fantasías desbocadas, terror y testosterona. En general unos peñazos, pero alguna se salva, como esta Baby Driver, por el lado de la acción sin descanso: música vibrante a todo volumen, coches locos como si estuviesen dopados, malos de cómic y eso, testosterona. El protagonista, por supuesto, es un adolescente con un volante en las manos y un trauma que justifica sus desmanes, desmanes controlados que para eso es el héroe. Y los malos, actores con nombre, Jamie Foxx, Jon Hamm y Kevin Spacey modulando sus gestos para que no se les tome en serio.


          Es una peli que no tiene otra función que hacer un agujero en la realidad y sumergirse en él durante dos horas para escapar de la cabeza espesa, la depre prevacacional o los problemas irresolubles que todo el mundo arrastra. No hay que pensar, ni sentir, solo dejarse llevar por la música, la acción y chicas -y chicos- guapas.

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