lunes, 12 de junio de 2017

12. Colombo



                Subiendo por la costa oeste de la isla desde el sur se ven los estropicios del tsunami, pueblos de pescadores con casas a medio construir, otras abandonadas del todo porque familias enteras perecieron. A un lado de la carretera el océano neblinoso que envía su humedad a la isla, y a veces la vía férrea que recorre la costa, al otro los esbeltos cocoteros de largos y flexibles troncos, una de las riquezas dl país. Hasta que empieza el continuo de la vivienda humana, pueblos y ciudades indistinguibles. La entrada en Colombo es un caos, coches, camiones, autobuses, furgonetas, ocupando más espacio del que cabría esperar por las leyes de la física, empujándose unos a otros con un breve pitido para hacerse un hueco. La carteleria de todos los tamaños y colores tapa la estructura de las casas. No queda un espacio sin cubrir. Tan solo están libres de anuncios y proclamas comerciales los templos de las cuatro religiones. La ciudad tiene quince barrios contados. Cada uno atiende a una etnia, a una función económica, a una necesidad administrativa. 



                 A medida que nos acercamos al centro, como no podía ser de otro modo, la ciudad gana en prestancia, la huella de las tres colonizaciónes aparece, los edificios oficiales con su porte clásico. Ahora se añade una colonización más, la china. Junto al puerto, las grúas como arácnidos poderosos construyen suelo sobre el océano para que los chinos construyan su propio puerto. Cerca se levanta un  downtown como el de cualquier ciudad que se precie, torres, dos de ellas gemelas, centros comerciales. El atasco es insufrible, los tuktuk asoman el morro e impiden que el autocar avance. Hora punta. En las cuatro esquinas de una plaza se levantan cuatro templos de cuatro religiones, pero mañana es San Antonio, las calles están engalanadas con banderolas de colores para la procesión. Las estatuas del santo están por doquier, pero la escenografía es oriental. Fiestas ruidosas, iluminadas, de mil colores, cada comunidad compitiendo, parece que en armonía, con las otras.

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