Si
fuese una serie europea los personajes estarían fundamentalmente
construidos con palabras, deudores de una vieja cultura escrita.
Incluso si el escritor trabajase en el Hollywood clásico, al menos
los diálogos serían chispeantes, más hondos, transmitiendo un
sentido más allá de la apariencia, pero David Simon trabaja para
televisión, confirmado en el gran éxito de The Wire. Simon trabaja
con imágenes, con las muecas y los gestos de los actores, con las
transiciones o los puntos muertos del montaje. Al igual que él, Paul
Haggis, el realizador, trabaja con planos sucios, con encuadres
vulgares, tan vulgar como el mundo provinciano que describe, evitando
ambos, tanto en la escritura como en la realización, la cacofonía,
los acordes, los ripios, los lugares comunes. Choca, pero es el
lenguaje que corresponde al nuevo medio de expresión, o un intento
por conseguirlo. La breve serie de seis episodios es fundamentalmente
eso, un trabajo de depuración de lo literario, el destilado de una
nueva forma de contar. Aunque no se queda ahí.
También
hay historia, una historia doble. El ayuntamiento de una pequeña
población del estado de New York se ve obligado a construir por
mandato judicial 200 viviendas para familias sin recursos. La mayoría
de los vecinos blancos se niega a que en la proximidad de sus casas
se instale gente que pueda hacer que sus viviendas se deprecien. El
alcalde y los concejales no quieren actuar contra la mayoría blanca.
El relato circula por ese contexto de racismo, lucha política,
burocracia y ley de obligado cumplimiento. La segunda línea
argumental trata de un hombre joven que casi sin querer se ve
convertido en alcalde. La lucha política le atrapa y se convierte en
una adicción, una adicción de la que le será imposible
desprenderse.
La
miniserie es como el cine de arte y ensayo de otros tiempos, aunque
poco tenga que ver con él. Un ensayo para un medio nuevo, que tantea
posibilidades para ser más fiel al mundo que quiere describir. David
Simon y Paul Haggis han conseguido desprenderse del subrayado, de la
grasa que en general todavía adorna a la ficción televisiva. Verla
es un ejercicio de limpieza de las legañas que suelen enturbiar
nuestra mirada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario