jueves, 11 de mayo de 2017

Pura anarquía



        El ingenio sorprende la primera vez, es efectivo en pequeñas dosis y si tiene un objetivo preciso en el que centrarse, pero pronto se dispersa y diluye al volver sobre sí mismo para repetir lo que hizo reír o provocó el ruido de palmas. En literatura no suele funcionar cuando se convierte en tema de un libro o motor de una historia porque o bien es una suma de trucos de ilusionista que pronto cansan porque el autor se ve obligado a repetirse o bien la traca ingeniosa se come la historia hasta convertirla en nada, apenas una sombra bajo los fuegos de artificio.

          En mis manos, dos libros escritos en épocas diferentes que responden a esos dos procedimientos. Pura anarquía y Enviada especial. En las películas de Woody Allen suele haber una historia y una lección moral, condimentadas con diálogos ingeniosos. Los chistes ingeniosos hacen gracia porque están diseminados en el metraje, bien dosificados. Es la huella del autor, su marca de fábrica. Cuando vamos a ver una de ellas, ya sabemos lo que nos espera. El autor nos conoce, sabe que somos su público. Escribe una historia que nos complace, escoge a chicas bellas y elegantes envueltas en un aire melancólico y un escenario delicuescente. Vamos al cine como quien entrega el alma a un diablillo rijoso y bienhumorado. Algunos de sus chistes nos hacen sonreír, pero la mayoría se los perdonamos.


        Entrar en un libro de Woody Allen no tiene nada de esa dulce entrega. Es aburrido. También hay, por supuesto, alguna frase ingeniosa, pero le falta la ganga que el Allen actor o director añade con los gestos, las voces o la caricia de la actriz que nos regala por ir a ver su película. Además, junto al chiste que nos podría hacer sonreír, hay una retahíla de muchos otros que no tienen maldita la gracia. Los distintos capítulos independientes de Pura anarquía no pueden ser leídos como relatos o cuentos o historias sino como mero amontonamiento de acudits, de ocurrencias graciosas. Sólo han pasado diez años desde su publicación, pero un huracán los ha convertido en granos de arena.

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