Algo
parecido a lo de Woody Allen escritor me sucede con Enviada
especial de Jean Echenoz. No pude con sus primeros libros pero
volví a él con sus originales biografías, Ravel, Correr,
Relámpago. Me gustaron. 14, lo más reciente, me
entusiasmó. Me hizo creer que era uno de los autores franceses que
merecía la pena seguir, que quizá la literatura francesa no se
había quedado tan atrás frente a los escritores británicos de su
generación. Pero qué decepción, qué aburrimiento pasar una detrás
de otra las páginas de esta Enviada especial intentando
encontrarle el pulso, el rítmico de las frases y el del corazón de
la historia que no hay manera de que se concrete. Sin duda arrastro
el aburrimiento de Pura anarquía, también que no reaparezca
la comezón que me invadió en la reciente lectura de Cáscara de
nuez, de Ian McEwan. ¿Por qué algunos autores se creen tan
graciosos?
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