lunes, 15 de mayo de 2017

Lady Macbeth




           William Oldroyd y su guionista, Alice Birch, trasladan la acción de la Lady Macbeth de Mtsensk, de Nikolai Leskov, a las tierras brumosas y frías de la Inglaterra de mediados del siglo XIX. Pero el punto de vista no es el romántico del ruso sino el de un hombre informado del siglo XXI. La pasión homicida de los protagonistas, Katherine y Sebastian, la esposa del hacendado y el criado mulato, no son héroes románticos cegados por la pasión sino hombre y mujer perturbados por los desarreglos de la mente. Hay escenas de pasión pero son breves, descriptivas, y hay crímenes pero el espectador los mira con la misma frialdad que un neurólogo hurgando en el interior de la mente enferma. El director no le permite entrar en esa atmósfera malsana. Muestra lo que sucede con grandes planos, casi siempre estáticos como si estuviésemos ante la boca de un escenario teatral. Los cuadros en los que los personajes arrastran su desgracia son bellos, cuidados en cada detalle, morosos, tan lentos como un cirujano extrayendo un tumor maligno. Apenas hay palabras. También la expresión de los actores, cada uno con una desafortunada afección del alma, es ejemplar caso clínico. Incluso cuando alguno muestra un carácter colérico lo hace con contención, sin desbordar la sala de operaciones. Sólo en dos momentos, en los dos planos finales, se permite el director implicar al espectador en las emociones de sus desgraciados personajes: cuando Anna, la ayuda de cámara de la protagonista, muestra el insoportable dolor de verse traicionada, acusada de cometer un asesinato, por aquella a quien ha servido con total fidelidad y cuando Katherine, después de que todo haya pasado, los crímenes, la condena de su amado, a solas, sentada en el borde de la cama, se da cuenta de la terrible soledad a que su pasión le ha llevado. 

          La película nos habla de más cosas, claro está, de la sumisión de la mujer, obligada a la inmovilidad física y emocional por su marido y su suegro, del clasismo, de la estratificación racial, incluso hasta podría interpretarse la historia de esta pasión adúltera a través del crimen como el único medio posible de liberación femenina en un tiempo de tiranía del patriarcado.

***
         Pasiones, crímenes.


No hay comentarios: