“El bien último deseado se alcanza mejor por un libre mercado de ideas, esto es que triunfen en el mercado las que tengan mejor poder de convencimiento y la verdad es el único cimiento para que sus deseos pueden ser llevados a cabo en forma segura”. (Oliver Wendell Holmes, juez e la Corte Suprema de EE UU).
Piensa
el juez, piensa el ayuntamiento de Madrid que como los ciudadanos no son
capaces de discernir necesitan constante orientación. Como los
curas de antaño: esto es lo correcto, esto lo no permitido. El bus
de Hazteoír no puede circular por las calles de Madrid con su
mensaje de delimitación genérica: esto es un niño, esto es una
niña, no hay identidades intermedias. Lo curioso del caso es que
ellos, los nuevos curas, sí pueden fletar autobuses con el mensaje correcto. Pero como en todos los comportamientos hipócritas, o cínicos, han conseguido lo contrario de lo que supuestamente pretendían,
ampliar el eco de la campaña más allá de las iniciales
expectativas del grupo promotor para darse a conocer urbi et orbi.
¿Quién conocía antes a Hazteoír? Eso sí, un juez ayuno de la historia del debate sobre la
libertad de opinión y expresión, les ha dado la razón y ha inmovilizado el autobús. Aunque creo que esto no va de libertad sino de cómo ejercer la presión para imponer sus
ideas a la prensa, a los jueces, a la opinión pública.
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