
No,
lo que somos y pensamos y hemos instituido no nos llegó de una sola
vez, hemos tenido que aprender por pruebas y errores a dar sentido a
las cosas del mundo y nuestro lugar en él. Y no hemos acabado.
Vistos desde hoy, todos los hombres son igualmente valiosos, pero
fijados en la historia no lo son. Durante la mayor parte del tiempo
la vida de un hombre no valía nada. Unas eran más valiosas que
otras: así lo hacían saber las armas y la organización social, la
idea del nosotros enfrentada a la de ellos, las
religiones, las ideologías. Sólo
hay que ver lo que valían en el pasado o lo que valen hoy en
determinadas sociedades o situaciones las mujeres o los negros, los
cristianos, los bárbaros (hoy tienen otro nombre), los viejos o los niños.
El Bien, la
Verdad, lo Justo no son conceptos estáticos, hemos ido definiendo su
contorno, su extensión, los hemos ido depurando, ampliando su radio
hasta abarcar a todos los hombres y también a otras especies, pero
desgraciadamente no podemos devolver la dignidad a los hombres
perdidos del pasado, apenas tenemos fuerzas para tratar por igual a
todos los hombres vivos, pero ahora somos conscientes de nuestra
fuerza, basada en la libertad y en la autonomía. Y son dialécticos.
Hemos llegado a ellos no porque el Absoluto nos los haya impuesto de
una vez, aunque lo haya intentado, sino por confrontación, a veces
sangrienta. Incluso los 10 mandamientos tienen historia. Cristo mismo
tiene data de nacimiento y muerte. Y era humano. Las ideas como los
miembros de nuestro cuerpo, el cerebro mismo, son el resultado de una
depuración, de un ajuste. Por el camino han ido decayendo o
brotando, creando funciones nuevas.
Incluso
valores que nos parecen inalienables, como la vida y la libertad
(dignidad) los hemos tenido que conquistar hasta elevarlos a bienes
supremos. Es ahí donde cobra fuerza la proposición de Sgalambro en
el libro que comento: si el supremo bien es desear que el otro no
muera, entonces dónde queda la idea de un Dios que nos creó para
morir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario