Tendemos a pensar que una ideología
es una cosa abstrusa, llena de ramajes que acaban en conceptos cuya
definición es imposible de captar, incomprensibles, cuando es justo
lo contrario: una ideología es una esquematización, una
simplificación brutal del mundo, el velo semitransparente que nos
sirve para ajustar las cosas y los sucesos clasificados en una
taxonomía simple. Ideólogos con gafas de culo de vaso inclinados
sobre los pupitres de sus despachos idean el modo más simple de
reducir la complejidad a una instantánea que, luego, el más listo
de la clase, no necesariamente el más inteligente, pondrá delante
de los ojos o del oído de la multitud. Normalmente con dos palabras
basta, a menudo con una (“casta”, “derecho a decidir”,
“nuestro”), para que la gente agobiada por trabajos miserables o
indolente y aburrida en las oficinas del Estado, pero entretenida con
cacharros inútiles, crea entender la radical injusticia que el mundo
padece, que ellos están sufriendo, la humillación a la que se les
somete.
También creemos que la sociedad, esta
sociedad, está desideologizada, cuando es justo lo contrario. Nunca
como ahora la aparente despreocupación esconde un encajonamiento tan
simple de las cosas del mundo. Tanto aquellos que han renunciado a
comprender porque les basta surfear sobre la realidad que el reflejo
digital les ofrece como aquellos que han decidido saberlo todo de una
sola cosa, una nimiedad en la que creen haber encontrado el corazón
del cosmos, incapacitados para abrir el foco, ven el mundo social en
el que se mueven sus vidas como algo simple y comprensible, una o dos
palabras les sirven para comprenderlo todo.
La ideología es más simple que
nunca. El éxito de los actuales movimientos políticos, a lo largo
de todo el espectro, desde el trumpismo al yihadismo, es la reducción
al absurdo de la complejidad. Las ideas cortas y los medios largos
para espolvorearlas. Nunca hemos disfrutado de mayor información y
de mayor capacidad de análisis, de tantos datos y la posibilidad de
ordenarlos, de poder confrontar ideas para descartar las erróneas y
las mendaces, pero la pereza o la desidia o el infantilismo hace que
la gente se sienta cómoda con la papilla verbal que se le ofrece.
No hay comentarios:
Publicar un comentario