jueves, 9 de febrero de 2017

'El problema de los tres cuerpos', de Liu Cixin


          Cuando los físicos y los astrónomos miran hacia lo lejos o hacia lo profundo, el universo celeste y el mundo subatómico les llenan los ojos de asombro. Un asombro que no cesa, aunque varias veces hemos creído que todos los misterios estaban desvelados. Eso es lo que intenta Liu Cixin en esta novela que es la primera de una trilogía, hacer partícipe de ese asombro al lector. Liu es capaz de presentar como un asunto inteligible el problema matemático de las velocidades y posiciones de tres cuerpos que se atraen gravitacionalmente, para el que Poincaré no encontró solución, o cómo funciona un sistema de computación, desplegando un enorme ejército en formación, con los soldados alzando alternativamente banderas negras o blancas representando ceros y unos, sin dejar que la lectura se llene de intriga, con suicidios y asesinatos, historia china y europea, donde intervienen los grandes emperadores y los científicos como Copérnico, Newton, Von Neumann o Einstein. Sin embargo, ha de pasar más de la mitad de la novela para que el lector sepa de que va la cosa, aunque, mientras tanto, los sucesos de la historia y las intrigas científicas, alternadas con un gran juego de realidad virtual, ya se le iban dando las pistas para enfrentase al gran problema de los tres cuerpos.

          La primera parte de la novela está dominada por el juego virtual del problema de los tres cuerpos, en el que se va desvelando una misteriosa civilización con un grave problema de superveniencia y, en paralelo, el último avatar de la historia china, el episodio de la revolución cultural, en el que transcurre la vida de los primeros protagonistas del relato, físicos teóricos, que son torturados o ejecutados por guardias rojos, salvo uno de ellos, la hija de un gran físico que es encerrada en un apartado centro de observación espacial. En la segunda parte, ese sistema opresivo alcanza su reflejo en un peligro mayor que viene de las estrellas. Liu Cixin muestra un mundo lejano atormentado por un sistema de tres soles en el que vive una civilización, los trisolarianos, sometida a impredecibles ciclos de frío y calor destructivos, a quienes se les abre una ventana de esperanza cuando inopinadamente reciben un inesperado mensaje de un planeta lejano que señala su existencia junto a una estrella de la vía láctea. Los protagonistas pertenecen a una generación más joven, posterior a la revolución cultural. Un grupo de resentidos terráqueos con su propia civilización se organizan en una secta dispuesta a entregarse a los extraterrestres e inmolar a la humanidad como castigo por sus crímenes ambientales. Otros intentan hacer frente al peligro. Los últimos capítulos aceleran el ritmo, quizá demasiado, y tratan de resumir lo que podría ser un choque entre dos civilizaciones, terráqueos y trisolarianos, separadas por una enorme distancia espacial y tecnológica.


         No es una novela psicológica, no se afana el autor en hacer evolucionar el carácter de los personajes, ni en derivar de sus relaciones complejos dramas, lo que hace, y se le da bien, es aventurar las consecuencias de la investigación en ciencia básica, del poder contenido en la materia, del salto tecnológico implicado en el estudio de las partículas subatómicas. Es una lectura entretenida y apasionante, fluida, para amantes de la ciencia y el avance tecnológico.


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