martes, 31 de enero de 2017

Sucesos extraordinarios

Tasa de progreso tecnológico

          Sigue la moribunda prensa ocupándose de nuestros héroes blandengues en busca del liderazgo final. Pero ¿quién de entre ellos es joven, hermoso, inteligente y valiente a la vez, como se exigía de los héroes antiguos? Como mucho lucen uno de esos atributos, raramente dos, en algún caso excepcional tres, no veo a ninguno, sin embargo, con el coraje suficiente para hacer frente a los desafíos que tenemos por delante. Fallan ambos, la prensa y los héroes blandengues, para ayudarnos a franquear el paso. A qué dedica la prensa sus páginas. La mayoría a loar, cual nuevos Píndaros, a los ingrávidos atletas de pantalón corto; otro mazo de páginas, a mediar en las peleas entre tendencias políticas o a causas judiciales que se eternizan o a terrores económicos siempre al acecho o a gadgets tecnológicos.

         Pero no es ahí donde están las noticias de ahora mismo. Incluso si los periodistas siguen guiándose por el viejo tópico de que es noticia que un hombre muerde a un perro, y no al revés, la noticia habrían de buscarla en otro lado no en los espejismos que los deslumbran como viajeros perdidos en un mundo que desconocen. ¿Dónde? El mundo está cambiando a velocidad de vértigo. Una parte de nosotros está siendo estirada hacia otra dimensión, el cerebro es un chicle entre los dedos y los dientes, sin que seamos conscientes. Resulta que las grandes tecnológicas con nuestro consentimiento se han apoderado de él y lo agitan y zarandean hasta casi desgajarlo del cuerpo. Quieren nuestro cerebro las empresas para vendernos mejor sus productos y lo quieren los políticos para que votemos como ellos quieren.

       Estamos empezando a funcionar como terminales de una gran conciencia. De momento esa gran conciencia es solo computacional: el Big Data al que aportamos nuestras acciones, pensamientos y deseos y que nos devuelve órdenes de compra y de voto y que gestiona nuestro ocio y placer. Esa conciencia colectiva cada vez es más grande, cada vez más real, una conciencia de especie, de homo sapiens, que de momento sólo parece un enorme repositorio estadístico pero que a no tardar empezará a actuar por su cuenta, si es que no lo está haciendo ya en la maquinaria de los bancos, de las empresas energéticas, de las farmacéuticas y quien sabe si de la militar, sobrepasando cualquier posible capacidad individual de control. Es decir, se está produciendo un rápido y silencioso despojamiento de nuestra individualidad: no somos libres, si alguna vez lo hemos sido, no dominamos nuestra voluntad. Nunca como ahora son evidentes los hilos que nos mueven pero hemos decidido ser ciegos a la evidencia y sordos al clamor.

      ¿Dónde están los sucesos extraordinarios? En los laboratorios que manejan una increíble herramienta que modifica el código genético, el CRISPR, o capaces de crear minicerebros en una place Petri; en la gestión de las campañas electorales en manos de compañías de estudios de datos que hace ganar elecciones; en la IA que empieza a trabajar mejor que los médicos, en quienes tienen acceso a la tecnología puntera contra el envejecimiento (Aubrey de Gray afirma que los primeros humanos que vivirán 1000 años ya están entre nosotros) y que ya empiezan a trasvasar el contenido de la mente a cerebros artificiales (Martine Rothblatt está digitalizando la mente de su compañera). A eso deberían dedicar los periódicos sus equipos de investigación, si alguna vez los hubo. Pero no informan, sino que nos adormecen y entretienen lejos del vórtice que nos conduce al más allá.
   “Nadie sabe aún cuánto supuso el Big Data en la victoria de Trump. Lo sustancial ahora para mí es saber que utilizó ese método. Pero Kosinski se ha empeñado en conocer el impacto. Y contó a Das Magazin sus primeros datos. Son algo brutales: "El targeting psicológico que usó Cambridge Analytica incrementó en más de un 60% el número de clics en los anuncios de Facebook. Y el llamado tipo de conversión, es decir, el impacto en las personas después de haber visto esa publicidad hecha a medida para ellas -lo que compran o, simplemente, lo que eligen- aumentó en un increíble 1400%". 

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