martes, 24 de enero de 2017

Perturbaciones

          

            Lo normal es el vacío. Aunque el vacío como nos enseña la mecánica cuántica no está vacío. En el vacío no hay tiempo ni espacio, pero se producen palpitaciones, fluctuaciones cuyo producto se anula porque, digamos, las cargas negativas se neutralizan con las positivas. Sin embargo, puede ocurrir que una producción en un sentido tenga más energía y se extienda. El Big Bang pudo ser una de esas ocurrencias. Que el BB tuviera éxito no significa necesariamente que de su enorme explosión de energía se derivase la materia y de esta los grumos que dieron origen a acumulaciones de materia. En el universo que conocemos ha sido así, pero con seguridad ha habido y seguramente hay universos sin materia, sin estrellas, sin galaxias, sin vida. Eso parece lo habitual. Y si el universo es un momento único, singular, inesperado, inhabitual, lo propio es que  el vacío vuelva al vacío y permanezca vacío, salvo leves, infructuosas fluctuaciones. Perturbaciones.

            La materia parece que surge y se adensa como pequeñas perturbaciones dentro de un continuo. Un protón es una perturbación estable y localizada, temporal, como los átomos, las estrellas, las galaxias, el universo entero adoptando configuraciones distintas en distintos lugares, siguiendo unas reglas, atendiendo a una simetría que se repite bajo diferentes formas. La materia observable es apenas un 5 % de lo existente, un 27 % la materia no observada y el resto, un continuo de la llamada energía oscura –que deberíamos llamar transparente puesto que no es observable-, supone un 68 %. Y el propio universo probablemente es una perturbación local dentro de un conjunto más amplio cuyas dimensiones o estructura no podemos ni imaginar. Toda estructura está en tránsito hacia nuevas estructuras gobernadas por la entropía, que nunca decrece, cada una regida por una simetría local dentro de un marco más amplio, que a su vez es una perturbación dentro de otro marco más amplio en tránsito a una nueva reconfiguración y todo el conjunto, sea cual sea su estructura y dimensión, hacia un progresivo enfriamiento en busca de estabilidad, cuyo fin es el vacío en el que pueden volver las fluctuaciones, perturbaciones que pueden dar origen a una nueva configuración de la energía y posibles nuevos universos espacio temporales.

            La propia vida es una perturbación temporal, en una región local, dentro de un marco más amplio de materia inorgánica y aún más amplio de energía transparente. Una configuración de la materia que podría haber sucedido muchas veces, antes de esta, desaparecer y volver a aparecer con otra configuración. Somos masa que surge de la energía incorporada en una perturbación, una perturbación estacionaria.

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