Lo normal
es el vacío. Aunque el vacío como nos enseña la mecánica cuántica no está
vacío. En el vacío no hay tiempo ni espacio, pero se producen palpitaciones,
fluctuaciones cuyo producto se anula porque, digamos, las cargas negativas se
neutralizan con las positivas. Sin embargo, puede ocurrir que una producción en un sentido tenga más energía y se extienda.
El Big Bang pudo ser una de esas ocurrencias. Que el BB tuviera éxito no
significa necesariamente que de su enorme explosión de energía se derivase la
materia y de esta los grumos que dieron origen a acumulaciones de materia. En
el universo que conocemos ha sido así, pero con seguridad ha habido y
seguramente hay universos sin materia, sin estrellas, sin galaxias, sin vida.
Eso parece lo habitual. Y si el universo es un momento único, singular, inesperado,
inhabitual, lo propio es que el vacío
vuelva al vacío y permanezca vacío, salvo leves, infructuosas
fluctuaciones. Perturbaciones.
La materia
parece que surge y se adensa como pequeñas perturbaciones dentro de un
continuo. Un protón es una perturbación estable y localizada, temporal, como los átomos, las estrellas, las galaxias, el universo entero adoptando
configuraciones distintas en distintos lugares, siguiendo unas reglas,
atendiendo a una simetría que se repite bajo diferentes formas. La materia
observable es apenas un 5 % de lo existente, un 27 % la materia no observada y
el resto, un continuo de la llamada energía oscura –que deberíamos llamar
transparente puesto que no es observable-, supone un 68 %. Y el propio universo
probablemente es una perturbación local dentro de un conjunto más amplio cuyas
dimensiones o estructura no podemos ni imaginar. Toda estructura está en
tránsito hacia nuevas estructuras gobernadas por la entropía, que nunca decrece, cada una regida
por una simetría local dentro de un marco más amplio, que a su vez es una
perturbación dentro de otro marco más amplio en tránsito a una nueva
reconfiguración y todo el conjunto, sea cual sea su estructura y dimensión,
hacia un progresivo enfriamiento en busca de estabilidad, cuyo fin es el vacío
en el que pueden volver las fluctuaciones, perturbaciones que pueden dar origen
a una nueva configuración de la energía y posibles nuevos universos espacio
temporales.
La propia
vida es una perturbación temporal, en una región local, dentro de un marco más
amplio de materia inorgánica y aún más amplio de energía transparente. Una
configuración de la materia que podría haber sucedido muchas veces, antes de
esta, desaparecer y volver a aparecer con otra configuración. Somos masa que surge de la energía incorporada en una perturbación, una perturbación estacionaria.
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