Este libro es la historia de una
familia judía que nació en Berdichev, se trasladó a Odesa y allí
se hizo rica con el negocio del trigo, que de la tierra negra de
Ucrania pasaba a alimentar a Europa. La familia, los Ephrusi,
convirtió el capital acumulado en un banco que abrió sedes en París
y en Viena, Los hijos de la familia se instalaron en lujosas
mansiones construidas en las zonas de ensanche de las dos ciudades,
junto a otras grandes dinastías financieras, cerca del Arco de la
Estrella parisina y en la Ringstrase vienesa, grandes palacios que
aún existen, por los que ha pasado la turbulenta historia del siglo
XX. Es la historia de cuatro generaciones que recorre el final del
XIX y todo el siglo pasado, con un extraordinario momento de
esplendor, entre 1870 y 1914 y una larga decadencia que comienza tras
la Primera Guerra Mundial y acaba con la invasión nazi de Viena. La
familia, dividida entre esas dos ciudades, es una familia muy rica y
muy culta. Los hermanos, como suele ocurrir en ese tipo de familias,
se repartían el trabajo, unos se dedicaban a las finanzas y otros
podían permitirse el lujo de gastar el dinero en valiosos objetos
artísticos. Los Ephrusi de París coincidieron en el tiempo de su
esplendor financiero con la explosión del arte de vanguardia.
Charles, uno de los hermanos, era amigo de poetas y pintores y pudo
hacerse con una importante colección. Por su casa pasaban Jules
Laforgue o Maupassant, Proust o Gustave Moreau. Monet, Degas o
Renoir. Lo mismo sucedía en Viena, aunque quizá con un gusto algo
menos moderno.
El autor de este libro singular, a
medio camino entre la autobiografía familiar y la historia del arte,
Edmund de Waal, que es un ceramista inglés reconocido, toma como
hilo conductor de su historia a doscientas sesenta y cinco figurillas
japonesas de madera y marfil, llamadas netsuke, que fueron
adquiridas por Charles de la mano de mercaderes parisinos que, tras
la caída del Japón medieval, pusieron de moda el japonismo
en Europa. Los netsuke asisten al nacimiento del impresionismo
parisino y a los ismos que siguieron, al affaire Dreyfus y el
antisemitismo que le siguió, pasan a la Viena del secesionismo y de
la gran expansión de la ciudad, poco antes de que el imperio
astrohúngaro caiga como una torre de naipes y Austria se convierta
en una pequeña república antes de ser asimilada por la revolución
pangermana de los nazis. Los netsuke seguirán su viaje a Londres,
volverán a Japón una buena temporada, para acabar e manos del autor
de esta historia, otra vez en Londres.
Como todas las historias, en esta una
familia de almacenistas de grano toca con los dedos el cielo de la
riqueza, el gusto y la buena vida y acaba mal, con algunos de sus
miembros en Auschwitz y otros reacomodados como pequeño burgueses o
simple clase media, después de que en la guerra lo perdieran o,
mejor, se lo robaran todo. El libro está bien escrito y mejor
contado. El autor es capaz de traspasar su pasión y sensibilidad al
lector.
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