Sucede como cuando conocemos a ese
tipo de persona deslumbrante ante la que todo el mundo se aparta para
dejarle paso y que te deja mudo sin saber como mantener la
compostura. Hasta que empieza hablar. Entonces se desinfla como un
globo que de golpe pierde el aire. Lo mismo me ha sucedido con esta
serie. Deslumbrado, imantado, mejor, por las llamaradas que llegan
del futuro, tras haber disfrutado con Westworld, he buscado algo que
se le pareciera y me encontré con esta serie del Channel 4 y de la
AMC, del 2015, que es un remake de una serie sueca. La idea es por
tanto anterior a Westworld. El guión está menos inspirado y la
factura es mucho más pedestre. Sin embargo, la idea inicial es
buena, remite al mundo posible y cercano en que los androides
sintétitos, "Synth"
en la serie, convivirán como sirvientes con los humanos. Uno de los
androides, el interpretado por Gemma Chan, es ese tipo de persona,
androide en este caso, bella y misteriosa, que te atrae tanto como te
intriga, que se presenta un día en casa de una familia de clase
media, eficiente y atractiva, pero con un halo de extrañeza ante la
que la familia tiene reacciones encontradas. Durante unos cuantos
capítulos la intriga se mantiene, hasta que los guionista dotan de
personalidad compleja al androide, una creación oculta del ingeniero
que la diseñó, con una conciencia semejante a la de los humanos.
Ahí se acaba el atractivo, la capacidad de la actriz por mantener un
personaje misterioso y la de los guionistas por tener algo que decir
se viene abajo. Una lástima. Mediada la serie, de ocho capítulos,
pierde todo su interés, no hay coherencia argumental ni ambición
dramática. La producción deja mucho que desear, los actores también
y eso que son británicos. Lo que es seguro, lo que se puede decir,
es que este tipo de series, que podrían tener su inspiración en
Blade Runner, como I, Robot, Black Mirror o Westworld, tienen un gran
futuro por delante.
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