jueves, 22 de diciembre de 2016

Extinta poética, en El Español


   La impresión que uno saca de esta obra es que el grupo que la monta no ha querido perder el espíritu de aficionados con que nació. Pero la improvisación que sin duda existía en los ensayos sobre un texto sin grandes exigencias se estancó en algún momento y lo que se ofrece al espectador son unas flores mustias que cada día se recogen de la papelera donde se depositaron el día anterior. Es difícil saber qué es lo que quieren transmitir, si es que quieren transmitir algo. Sobre el escenario aparece una familia de cuatro miembros: padre, madre y dos hijas mayores, la más pequeña, muy disminuida físicamente. No sólo ella, los cuatro se arrastran literalmente por el escenario. Hablan o balbucean con frases esquemáticas, a menudo a gritos, se quejan de sus achaques y enfermedades, de las pastillas que toman, de su vida perra. El escenario aparece desnudo, salvo por un par de potros que tanto pueden ser aparatos de hospital como de gimnasio. Visten batas blancas, desaliñados, desesperados, revestidos de una blanca oscuridad. No hay tanto una historia que contar como una expresión de un estado de ánimo, lo que se hace llevando al extremo el esperpento, mediante gritos histéricos, contorsiones exageradas, gestos dislocados. El resultado para el espectador no es tanto de incomodidad como de violencia: una agresión a los ojos, a los oídos, a la razón. Está claro que es lo que buscan los que han montado la obra, asociar esa violencia a la vida contemporánea. Sin embargo, ¿lo logran? Tengo mis dudas. Ni durante, ni después de la representación hay espacio para la reflexión, solo emociones en bruto, sin pelar, sin refinar. Pero tampoco surge, del titánico esfuerzo de los actores por destruirse, por descomponerse como personas racionales, una poética que sublime el desasosiego de la brutal sociedad consumista. La obra acaba con una danza imposible de la hija impedida, con música de Sibelius, como elevándose de sus cenizas, qué querría representar la inverosímil esperanza para el mundo ciego en el que viven los personajes. Patético. Un adjetivo que, en su doble acepción, valdría tanto para esa danza como para la representación completa.



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