Tengo
prevención contra las historietas apoyadas en dibujos, aunque en mi
adolescencia las devoré. Un día las aparté de golpe, en el mismo movimiento que
convertía los libros en objetos de culto. He llenado mi casa de libros, allí
donde he vivido, libros de letra apretada, negra, que fluye sin interrupción,
salvo los libros de arte, obviamente. Hice una excepción, o mejor quise
reproducir el proceso, con mis hijos. Los inundé de tebeos, cómics, historias
ilustradas, ya mejor editados, muchos de ellos en tapa dura. Así que huyo de
los anime, pelis de dibujos, libros ilustrados y toda la mandanga. Y de pronto
me veo mirando con entusiasmo este Manifiesto incierto, de formato
intermedio, donde los dibujos ocupan el espacio mayor. Reconozco la influencia
de los elogios desmedidos que el libro ha recibido en los suplementos
culturales. Es un libro original, no exactamente un cómic para adultos. Alguno
de sus dibujos podrían parecerlo, pero en general remiten al gran arte de la
tradición clásica, con referencias al grabado barroco, al romanticismo, al
realismo y expresionismo de entreguerras, al caricaturismo. No hay ventanas de
diálogo, sólo texto en la parte baja de la página que a veces se expande en la
siguiente.
Manifiesto
incierto es un ensayo en doble acepción. Como el género que lleva ese
nombre, quiere explicar lo sucedido a mediados del siglo XX y su repercusión en
el presente, buscando un hilo en la vida y escritos de Walter Benjamin, pero
también en la del propio dibujante escritor, Frédéric Pajak. Aparece el
fascismo, el marxismo, la multitud, la creación, el aburrimiento necesario para
crear, el arte (Beckett, Bram van Velde), la vida que fluye en la ciudad
moderna y en la antigua, en el pasado (Sicilia, Ibiza) y en el presente, sobre
la familia y la vida itinerante. Pero también es una prueba, un experimento, un
ensayo al mezclar narración y reflexión, texto y dibujo. El efecto final, más
que ideas encadenadas, con tesis nuevas sobre un tema complejo, es el flotar
poético del flâneur, las sensaciones sueltas, asistemáticas del paseante. No es
un libro cojo como suelen serlo los de los dibujantes que se ponen a escribir.
Aquí el dibujo y la escritura valen por igual, a veces coincidiendo y
reforzándose, otras incitando a caminar por senderos que se bifurcan.
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