lunes, 3 de octubre de 2016

Día 8




   Comienza la segunda semana. La primera semana es la del dolor, la segunda la de la adaptación, el cuerpo se acostumbra y convierte en rutinarias sus debilidades. El gemelo sigue protestando.  He de buscar un fisio.
    Nos cruzamos con Joao en Pontarron. Viene de Fátima y dice que lleva 1200 kilómetros a sus espaldas. Con su mochilon, pues duerme al aire libre, piensa llegar hasta Roma.
    El albergue juvenil de Santoña está en medio de la ría, con muy buenas instalaciones, pero el de Guemes es espectacular. Día muy agradable por pequeños pueblos del interior después de Noja. Castillo, Meruelo, Bareyo, Guemes. Apenas se ve gente por las calles. El albergue del abuelo Peuto es casi el paraíso. Dormitorios acogedores, paisaje bucólico, atención de los hospitaleros de no creerlo. Biblioteca, salas de encuentro, zonas de recreo, con comida, cena y desayuno comunitarios. Un lugar en el que uno desearía permanecer.
   Llegó a tiempo para la comida: ensalada y unos sabrosos espaguetis a la carbonara. De postre un chocolate a la taza. En la sobremesa, Luis, un argentino, orgulloso de sus 73 años, nos cuenta las aventuras de sus cuatro caminos. Le gusta caminar a buen ritmo, pero dice que no lo puede hacer en la provincia de Buenos Aires, donde vive, por la inseguridad. Le escuchamos con atención dos españoles, dos italianas y una holandesa. Se queja de que iglesias y ermitas estén cerradas. La gente va llegando desde distintas procedencias.
    

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