domingo, 9 de octubre de 2016

Día 14


   Tuvimos que dormir con la ventana abierta y una rendija de la puerta para que la corriente paliara el efecto alemán. Ya van dos alemanes desconsiderados. Por cierto, lo que más abunda en el Norte son alemanes, sobre todo parejas de alemanes, muchos padres mayores con hijas, en algún caso con nieta.
   El ruido de las olas a pie de ventana me ayudó a conciliar el sueño, eso y el remedio que me brindó Manolo el canario para mis ampollas: agujerearlas y llenarlas a continuación con agua oxigenada introducida mediante una aguja de insulina. Parece que funciona. Sin compeed, de la que Manolo reniega. Manolo es una copia exacta de mi amigo Manolo, de Terrassa, física y temperamentalente.
   Salvando las guipuzcoanas, quizá la de hoy haya sido la etapa más bella del camino, en especial entre Ribadesella y La Isla. Costeando, entre acantilados y senderos frondosos, un subibaja no excesivamente pronunciado con hermosísimas vistas hacia el mar y la montaña.
    Al llegar a Villaviciosa me he despedido de Antonio, el extremeño que me ha acompañado desde Irún. Ha sido un placer viajar con él. Antonio no tiene la sabiduría de la Academia pero sí la de la vida, en la distinción del padre Ernesto, de Guemes. Sabe de campo, de aves y plantas, de remedios y tiene intuición para las personas.
   Antonio ha trabajado durante su vida laboral como minero de túneles para las empresas del sector. Una de las condiciones del contrato era renegar de los sindicatos. Trabajaba en condiciones extremas, sin medidas de seguridad. Apagaban los medidores de toxicidad porque sobrepasaban los límites. No usaban protección respiratoria ni auditiva. Cómo consecuencia tiene los pulmones dañados. Fue víctima de un derrumbe. Se salvó de milagro. Tiene cuatro hernias discales y las caderas gastadas. Aún así camina voluntarioso, aunque con una ligera cojera.

    Cayó enfermo, ante las radiografías el médico le dijo que podía seguir trabajando. Contrató un abogado para solicitar la incapacidad. "Qué, vienes a por la paga gratuita, no?", le dijo la médica del tribunal médico. Dictó que con media incapacidad bastaba.

    La maldad, en general, no es fruto de decisiones deliberadas, sino de los actos rutinarios de los funcionarios y profesionales que despojan su trabajo de humanidad.

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