miércoles, 5 de octubre de 2016

Día 10




  De Santa Cruz de Bezana a Santillana de Mar, pasando por Mogro, Requejada, Polanco y Barreda. Día nublado con mínima lluvia. Caminar tranquilo, sin exigencias.
   Seguramente el grupo que ayer formamos en el albergue de Nieves y José, muy recomendable, ya no vuelva a encontrarse. Los hospitaleros con una acogida generosa: el bonito edificio, la cena, el desayuno, propiciaron la conversación. Con Luis y José, argentinos, Rijanna, holandesa, los palestinos, el israelí, belgas y franceses confraternizamos. Algunos venían tan entusiasmados con la charla del padre Ernesto que se mostraron decididos a hacer un alto en el camino y acercarse a la Hermida para ascender a Tresviso.
    Según Ernesto, dicho con el entusiasmo del misionero, ahí encontró la sabiduría de la vida que no se encuentra en la academia, cuando jovencito la ascendió por vez primera y vio cómo vivía la gente de la montaña. No sé qué piensan encontrar estos caminantes hambrientos de algo que no venga del consumismo. El Tresviso de hoy nada tiene que ver con la idealización que transmite Ernesto. Así se lo hice saber, también que si querían apreciar la belleza de los Picos de Europa esperasen a tener descansados los pies.
   También hablamos de la agonía espiritual de Europa, de lo poco que tiene que ofrecer, aparte de bienestar material, a los inmigrantes y refugiados que llegan esperanzados. Del gran error que es ofrecerles pagas de manutención sin nada a cambio, de la frustración que eso genera. También los caminantes del Camino buscan lo que quizá no puedan encontrar.
    Paseo por Santillana, arriba y abajo. Llena de turismo de grupos. Cómo un escaparate de no sé qué.

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