jueves, 27 de octubre de 2016

Corza asustada



            He salido con la bici para comprobar cuánta masa muscular he perdido en tan poco tiempo, tras haber hecho más de ochocientos kms caminando. Las pantorrillas y los glúteos se me han achicado. Está visto que el caminar con intensidad poco tiene que ver con el ejercicio intenso en la bici. Que poco queda de la facilidad con que subía las cuestas en verano.


            En esas reflexiones estaba, luchando contra el viento de costado, cuando una corza me ha entrado por la izquierda, quizá ligeramente desde atrás, porque no la he visto hasta que estaba encima, justo delante de la bici. No sé por qué estos animales intentan cruzar la carretera o el camino por delante del vehículo, no son tan inteligentes para esperar y cruzar una vez que ya haya pasado. El caso es que se me ha echado encima, ha resbalado en el asfalto y caído delante de mí. He frenado para no chocar sobre su vientre blanquecino, pero se ha levantado a tiempo para ponerse sobre sus pezuñas y alejarse campo a través, mostrándome su grupa blanca. La he seguido un buen rato con la vista, sonriendo, alegre de que su tropiezo no haya sido grave y haya podido seguir por los rastrojos en esta tarde otoñal sin mayores consecuencias. Unos metros más allá he evitado pasar por encima de una viborilla que dormía al sol en la carretera. 

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