Comenzamos. El tren me lleva bajo una bóveda de huevo cocido. Nubes blandas, lechosas. En el interior un largo artículo sobre la evolución humana. En el exterior rastrojos y campos de girasoles agostados. La pericia y la impericia del hombre.
Del primero extraigo esta cita de Darwin:
“La ignorancia suele engendrar más confianza que el conocimiento: son quienes conocen poco, no los que conocen mucho, quienes aseveran de forma tajante que ni tal ni cual problema serán jamás resueltos por la ciencia".
“La ignorancia suele engendrar más confianza que el conocimiento: son quienes conocen poco, no los que conocen mucho, quienes aseveran de forma tajante que ni tal ni cual problema serán jamás resueltos por la ciencia".
A ver si soy capaz de recordármela cada mañana.
Y esta idea. Los humanos no somos más que otra rama de la evolución, pero también algo más. Esta cita es del paleogenetico Svante Paabo:
"En los 400.000 años que vivieron, los neandertales no fueron capaces de cruzar el mar. Ni siquiera llegaron a Madagascar, que no estaba tan lejos. El hombre moderno ha ido a todos los sitios imaginables en solo 100.000 años. Esa es nuestra gran diferencia: la inconsciencia de querer ver al otro lado. Aunque sea peligroso". "Si aún existiera el Neandertal, es posible que no hubiera una línea de separación tan clara entre hombres y animales".
Un 2% de nuestro ADN procede del Neandertal.
Pues eso. Vuelvo los ojos afuera, al paisaje verde ahora abajo y grumoso arriba, y me pregunto, por qué ponerse a caminar? Para ver qué pasa. Solo por eso.
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