Mientras
escribo esta nota escucho música en una emisora. Por la habitación pasan
incontables ondas de radio pero el receptor que he seleccionado tan solo capta
una frecuencia. Para mis oídos es como si el resto no existiese. Con esa
analogía tan fácil de entender explica Michio Kaku lo que quieren decir los
partidarios de que existe el multiverso. Puede ser que en cada momento huya múltiples
encrucijadas y en ellas la realidad, la materia, se divide en muchos
caminos, nosotros transitamos por uno de ellos, nuestro universo, pero hay
otros. ¿Cómo es que no vemos o no podemos pasar de un universo a otro? Es como
si cada universo emitiese en su propia frecuencia, como en las distintas
longitudes de onda captadas por diferentes emisoras, coexisten en el mismo
espacio pero solo escuchamos una.
De ese modo
tan práctico y fácil de entender va explicando Michio Kaku en El futuro de
nuestra mente los diversos temas que aborda, relacionados con los
descubrimientos de la neurociencia y la física del cerebro y de la mente. Lo
más abstruso lo hace fácil o lo parece, porque si uno levanta los ojos de la
página que está leyendo aparecen un montón de preguntas que el mismo texto genera
sin fácil solución, porque los propios científicos están avanzando en terra
incognita. Kaku hace un resumen del estado de la cuestión y a continuación
proyecta el mundo que se abre o podría abrirse, en muchos casos más allá de lo
que los más fantasiosos escritores de ciencia ficción imaginaron.
¿Podemos
hacer una copia del cerebro, un mapa de sus rutas eléctricas? Es lo que quiere
hacer el proyecto BRAIN que se inició en el 2013 en EE UU. O quizá podamos
simularlo informáticamente: un enorme ordenador que copiase la arquitectura del
cerebro que es lo que quiere hacer el Proyecto de Cerebro Humano europeo. Pero
hay algunos imposibles: las operaciones y contenidos de la mente, de cada una
de las mentes, equivale a un zetabyte, algo así como todos los datos
acumulados en la red mundial. Además, qué pasa con la conciencia, ¿cómo podrían
producirla dichos proyectos? Alguien ha comparado la ingeniería del cerebro a
lo que hicieron los arquitectos medievales cuando diseñaban una catedral que
tardaba más de cien años en construirse. ¿Es cuestión de tiempo?
Si alguno
de esos proyectos (a los que hay que añadir el proyecto Conectoma Humano y el
Atlas Allen) alcanzase el éxito, ¿podríamos copiar nuestro propio cerebro?
¿Puede existir la mente sin materia, sin cuerpo? ¿Podría nuestra mente
abandonar nuestro cuerpo enfermo o moribundo para seguir una existencia
inmortal? Ray Kurzweil, de todos el más optimista, cree que se podrá descargar
en un ordenador. Hacia el 2045, predice, las máquinas habrán superado al hombre
en inteligencia, entonces habrá llegado el momento de unirnos a los robots o
tendremos que apartarnos de su camino. Sería el momento de la singularidad. Sin
embargo, si tiene razón Roger Penrose y el cerebro es un dispositivo
mecanocuántico su funcionamiento no respondería a la lógica aparente de las
cosas, hay problemas que ninguna máquina puede resolver o demostrar, pero sí la
intuición humana. Los sistemas cuánticos son intrínsecamente impredecibles. Lo
máximo que se puede calcular es la probabilidad de que algo ocurra.
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