sábado, 16 de julio de 2016

El umwelt del pensar

       

         “El hombre es una planta que produce pensamientos, al igual que el rosal produce rosas y el manzano manzanas”. Recoge esta cita David Eagleman de Antoine Favre D’Olivet, un humanista jacobino. ¿De dónde surge nuestro pensamiento, cómo se forma en la mente? Pensamos lo que podemos pensar, entre los límites que marca nuestra mente evolutiva según nuestras necesidades. Eso quiere decir que hay pensamientos que no podemos tener.


         Nuestra percepción está determinada por la pequeñísima parte de la radiación electromagnética que podemos captar (luz visible), tan diferente de la ultravioleta que captan las abejas, los infrarrojos de la serpiente de cascabel, el olor del sabueso, las ondas de compresión del aire de los murciélagos o la temperatura y el olor del ácido butírico de la garrapata. Hemos extendido nuestra capacidad con máquinas (frecuencias de radio, infrarrojos, rayos X) pero seguimos estando limitados por nuestra biología. En 1909, el biólogo alemán Jacob von Uexküll se dio cuenta de todo esto y acuñó el término umwelt (el mundo que te rodea, el entorno) para definir aquello que podemos conocer por las características de nuestra especie y umgebung para hablar de la realidad más vasta que se nos escapa. Aceptamos el mundo que se nos ofrece, umwelt, como la realidad que desde nuestra manera de ver es la realidad. Un sinestésico (1% de la humanidad), que oye colores y saborea formas, cree que todo el mundo siente como él; no comprende cómo la gente puede vivir sin visualizar el tiempo. Para él, p. e., los martes son de color magenta o ve una sinfonía en dorado. El cerebro no registra las cosas de forma pasiva sino que las reconstruye, determina de manera única lo que percibe. El umwelt del pensamiento es una fracción de lo posible. Del mismo modo que la evolución modela los ojos, los órganos internos o el aparato sexual, lo mismo sucede con el pensamiento y las creencias. 

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