lunes, 20 de junio de 2016

Las tres etapas de la secularización



         Para huir de su desamparo el hombre sacraliza el mundo; cuando toma conciencia de sí mismo lo seculariza.

         La secularización es el proceso mediante el cual el mundo se mundaniza, el hombre se humaniza y el individuo alcanza su plena y total autonomía. Tres etapas, según explica Javier Gomá Lanzón, que hemos tenido que recorrer para liberarnos del miedo y de la necesidad que nos ha acompañado desde que tomamos conciencia de nuestra singularidad.

         La primera secularización se produce cuando el tiempo histórico entra en el cosmos griego. El cristianismo, que se quiere universal, introduce en Grecia la historicidad. Así como el mundo hebreo es esencialmente historia –en esa tradición nace el cristianismo- el mundo griego es espacial: el mundo es un lugar, las cosas discurren en el mundo pero nada significante le sucedió jamás a ese mundo. Entonces, el mundo se convirtió en historia. Se produce una desanimación de la naturaleza. Muere el mundo animado y se desacraliza el Estado y sus pretensiones absolutistas.

         La segunda desacralización se produce en la modernidad ilustrada, a partir del Renacimiento. El mundo y el hombre se autonomizan. Ante la ausencia de Dios que no interviene para resolver los males del mundo, tanto los que provienen de la naturaleza como los que causa el propio hombre, los hombres se preguntan: ¿es Dios invisible porque se oculta detrás del mundo o, más sencillamente, porque no existe? Poco después se decreta su muerte: “Dios ha muerto”. Ante la indignidad de la enfermedad y la muerte, “Lo único que me queda son mis gemidos”, dice Job.

         La tercera desacralización se produce ahora cuando el individuo toma conciencia de que es un ser cuyo destino es la muerte, que está solo, que nadie le acompaña. Ya nada le puede consolar, no la religión con sus fórmulas y sus falsas esperanzas, tampoco los anuncios de un próximo paraíso en la tierra, porque cada individuo quiere perdurar con su propio cuerpo no después de su corrupción, como tampoco le satisface el que la humanidad, la clase a la que pertenece o su descendencia alcance un paraíso que él no lo puede gozar.

         Por la primera secularización la humanidad se separa del todo que es el mundo y se hace responsable de su vida en el mundo. Por la segunda los hombres se ven abandonados a un mundo sin Dios, un Dios, en todo caso, silente que no les ampara ni protege, por la tercera el individuo constata la indignidad de tener autoconciencia y verse abocado a morir. Si por la primera la humanidad se hizo dueña de su morada, por la segunda el hombre alcanzó su total autonomía, qué conseguimos con la tercera. ¿Podemos librarnos de la muerte que invalida nuestra autonomía?

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