1. Era divertido, y descorazonador, ver anoche como el
ejército de hormiguitas se afanaban una detrás de otra para ir a depositar su
clic en las portadas de los periódicos digitales de todos los espectros para
que el Gran Chavalote apareciese, con gran diferencia, como ganador. Tal era el
acopio que en alguno de los periódicos parecía que había debatido solo.
2. Hay una especie televisiva en creciente peligro de
expansión, la de los autodenominados consultores políticos, transfigurados a
veces en analistas demoscópicos, aka expertos en comunicación. Su función en
pantalla es mostrar su opinión como si fuese la opinión del país entero. Su
sabiduría es arcana e invisible. No haría falta ir a votar, con que el país,
una noche a hora convenida, les oyese bastaría para saber quién había ganado.
Nos ahorraríamos campaña, debates, tiempo y dinero.
Una característica de esta especie invasora del medio
televisivo es que sus predicciones nunca se cumplen (ver videotecas), pero a
quienes les pagan por su deposición oracular ni, por supuesto, a ellos mismos,
les importa lo más mínimo.
3. No comprendo, por más que me estrujo, la general inquina contra
Sánchez. ¿Acaso lo hizo peor que los otros? Sería bueno saber qué oculto
sanedrín dictó su destrucción. En todo caso, divierten tanto como apestan los
comentarios de barra de bar de esta mañana calcando al milímetro lo que anoche
decían los consultores.
4. Creía que ZP ha sido el peor presidente de la democracia,
por los efectos de su octanato, que aún notamos, pero puede que esa primera
plaza pronto la ocupe don Mariano Rajoy, no por su trabajo en reconducir la economía sino
por su gestión de los medios de comunicación (regalando La Sexta y Cuatro a los
capitales de Planeta y Mediaset), aupando al populismo para destruir el
socialismo, si el Gran Chavalote llega a la presidencia. A los españoles parece
gustarles la polarización, y desde el partido del gobierno la animan, pero lo
que interese al PP y a Posemos no tiene por qué interesar a la
ciudadanía.
5. Cinco.
5. Cinco.
6. Se podría pensar en esa multitud de hormiguitas
laboriosas como jóvenes aventureros despreocupados, pero no, sus patitas
impregnadas en pringosa melaza siguen el camino hipnotizados por la radiante
luz.
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