“El artista es el crea belleza sin poner nada de sí”,
le dice el cantante al periodista y este le responde, “Pero a vosotros os
cambio la vida”.
No sé si esas frases contienen la verdad, quizá una parte,
quizá muestren una verdad parcial, pero lo que es seguro es que aquellos
artistas cambiaron el mundo, sin que nadie entonces lo sospechase, ni siquiera
ellos mismos. Vista tantos años después, Velvet Goldmine no ha perdido
nada, al contrario, creo, que ha ganado en significación, como la mejor de las
tesis de sociología. Es una película maravillosa y además nos enseña donde
estaba entonces el arte, no en las telas de los pintores, ni en la hoja en
blanco de los poetas, estaba en los grupos de rock, en el Glam rock de
comienzo de los setenta, el arte, esa técnica que además de crear belleza
cambia el alma humana. A mí entonces me gustaba The velvet underground,
me gustaban Lou Reed, David Bowie e Iggy Pop, me gustaba su música, de hecho
era la música que más me gustaba, pero yo no sabía que eso era el arte y mucho
menos que estaban cambiando el mundo. Aunque muchos han tardado en enterarse. Sólo
ayer el gobierno italiano aprobaba la ley del matrimonio homosexual, aunque no
se ha atrevido a llamarlo como tal.
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