viernes, 13 de mayo de 2016

Coraje moral

  
                   hay una flor muy roja en mi garganta
                   a veces tengo ganas de decir “ven”y solo eso
                   pero la voz no sale
                            (La casa de la cruz, de Isabel García Mercado)


         El principal síntoma de que una sociedad ha alcanzado un grado de civilización esclarecida es que cada uno de sus ciudadanos puede expresarse sin miedo. En España durante mucho tiempo no fue así. En el País Vasco hasta hace poco no fue así. En Cataluña, en ciertos ámbitos, eso aún no es posible. La prueba es que cuando uno escribe una opinión como ésta enseguida estallan los resortes que la recriminan. Si uno va un poco más lejos y se atreve a criticar el sistema dominante corre el riesgo de que le arrinconen en el lugar más pestilente: anticatalán, españolista, fascista. Y de arriesgarse por el hecho de opinar con libertad al vacío social: insultos, desprecio, odio. Por eso este libro es tan valioso. Es el testimonio de una persona que ha asistido al nacimiento de una ideología que ha ido creciendo hasta asfixiar cualquier voluntad de prosperar al margen del sentir dominante.

         El libro sigue dos hilos, la experiencia personal de la autora, hija de una familia que llega del interior de España con la esperanza de vivir una vida digna, gracias al trabajo que Cataluña por el particular discurrir histórico ofrecía, y la historia de cómo el nacionalismo ha ido impregnando poco a poco, por el desistimiento del Estado y de los principales partidos políticos, la sociedad y las instituciones, convirtiéndose en una ideología que tolera muy mal cualquier oposición. Junto al propio testimonio personal, la autora da cuenta también de otros casos que, como en las sociedades donde se imponen los regímenes totalitarios, el intento de vivir sin ser humillado se convierte en heroísmo.

         Publicar un libro como este en Cataluña es heroico. Quien se atreve pasa a engrosar la lista negra de los señalados por el odio. El autor puede despedirse de reconocimientos, ayudas o consideraciones positivas. Incluso fuera de Cataluña se enarca una ceja ante alguien tan desquiciado capaz de levantar testimonios falaces sobre una región, país o nación tenida por progresista, a la cabeza de la España mora, sin hacer el esfuerzo de leer una sola línea para ver qué puede decir de nuevo. La autora ha recibido insultos de todos los calibres, antes de publicar el libro y después. Como siempre ha ocurrido en la historia los fanáticos, los cobardes y los tontos se han puesto del lado de los malos.
  
         Pese a lo que de él se ha dicho, es un libro ponderado y bien escrito. Nadie, honesto, que haya leído un sola página de este libro puede decir que tiene una palabra mal puesta, una línea mal escrita o un párrafo desordenado. La lectura de un solo capítulo, recomiendo comenzar por el 13, basta para desmontar tanta saña. Hay libros que nos descubren el mundo, otros que zarandean nuestra estructura mental y otros, por fin, que confirman nuestros asentados prejuicios. La autora recoge la respuesta que el actor Viggo Mortensen dio al entrevistador que le preguntaba “Qué admira más en los otros", "El coraje moral", respondió, "no dejar de hacer o de decir lo que piensas por miedo a convertirte en enemigo de tus amigos o amigo de tus enemigos". Bajo esa advocación está escrito el libro.

         Sacado de contexto el libro podría leerse como un testimonio más de la lucha de la humanidad por liberarse de las cadenas ideológicas en las que tan a gusto se sienten sus críticos. Lástima que los editores hayan desbaratado tan inmejorable intención con título y portada tan horrendos que espantarán a una parte de sus necesarios lectores.


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