Para terminar el ciclo de Tod Haynes su película más
personal, más original, más ambiciosa I’m Not There (2007). Es una peli
que pretende captar el genio de Bob Dylan, pero también es otra cosa, el
intento de explicar qué un artista a comienzos del siglo XXI. Haynes necesita
seis actores para encarnar a otros tantos personajes que son Dylan y que son facetas
posibles de la vida del artista: el niño negro Woody, guitarra en bandolera, que
sigue la estela del cantante folk que admiró Bob Dylan, Woody Guthrie; el ídolo
folk stricto sensu (Christian Bale) que lleva muy mal la fama y que
acaba componiendo gospel songs evangélicos; el actor famoso (Heath
Ledger) para quien vivir en familia es imposible y su mayor causa de dolor; el
poeta (Ben Whishaw) que como Arthur Rimbaud vierte el mundo en palabras no
siempre fáciles de comprender; el actor de western (Richard Gere) en perpetua
huida de un mundo que le supera y, por fin, el cantante de masas, la estrella
andrógina (increíble, genial Cate Blanchett), la faceta más cercana a Dylan, indiferente
a lo que el mundo espera de él, siempre incomprendido para el mundo y para sí
mismo. Cada uno con un nombre, un rostro, una personalidad distinta, cada uno
escapando del mundo, en busca de una libertad que se le niega, negando poseer
un mensaje que dar a la humanidad, un compromiso con una causa. Las seis
historias se entrecruzan, en un chisporroteo de imágenes que juegan con los
géneros, el western, el drama, el musical, el biopic o con estilos tan
peronales como el de Fellini, experimentando como ya lo había hecho en Velvet
Goldmine. La película muestra la ambición de Dylan y a través de él la del
propio Tod Haynes, con momentos geniales y otros desconcertantes, es decir, la
forma de la película pretende reflejar la idea que el director muestra en el
retrato del artista. Una película que no se agota en una primera visión.
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