En efecto, esos titanes que vienen a desordenar el mundo, montados
en poderosas máquinas, están aquí y hay mucha gente movida por una doble pulsión,
resentimiento y deseo de venganza, unidas ambas por un ansia nihilista de destrucción, que está dispuesta con gusto a contemplar el espectáculo. ¿Qué sería del mundo si
Donald Trump se llevase la presidencia? Aunque siempre cabe la esperanza que el
sistema americano sepa hallar el medio de truncar su empeño, bien impidiéndolo ex
ante o inhabilitándolo después. Parece más débil la esperanza en cuanto a
que la vieja pulsión de Europa por la autodestrucción vuelva a reproducirse en
torno a esa panda de jefecillos nihilistas que están surgiendo por doquier, en los
Pegida alemanes y en los Ukip británicos, los Lepenes franceses y los Orban
húngaros. Aquí mismo a una parte no desdeñable de la población le han atraído
personajes pintorescos (Jesús Gil, Mario Conde, Ruiz Mateos) y ahora ha puesto
los ojos en otro con buenas credenciales para sucederles pero con un potencial
destructivo mayor.
domingo, 8 de mayo de 2016
Los titanes venideros
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