jueves, 21 de abril de 2016

Sócrates era feísimo



“¿Cuál es la relación entre el sufrimiento físico y mental y ciertos esfuerzos intelectuales? No cabe duda de que todavía no la comprendemos del todo. No debemos olvidar que Beethoven era sordo, Nietzsche tenía migrañas terribles y Sócrates era feísimo. Es muy interesante tratar de descubrir en los demás lo que han podido superar. Cuando estoy cara a cara con alguien siempre me pregunto: ¿qué vivencias ha tenido esta persona? ¿Cuál ha
sido su victoria, o su gran derrota?” (George Steiner: Un largo Sábado)

         Como George Steiner yo también me lo pregunto. Muchos tienen la suerte de tener un cuerpo magnífico y una salud estupenda. Sólo hace falta mirar alrededor para ver que la mitad del mundo, al menos, no vive así. Estos días he conocido a un hombre taciturno, un alma en pena. Arrastra los pies con lentitud como si no supiese adónde ir o sí lo supiese y estuviese demorando el viaje todo lo posible. Su cabello es blanco, como su rostro, tonsurado, de una tristeza insuperable, no se cambia de ropa o quizá es tan antigua que siempre parece la misma aunque no lo sea, desprende un olor especial, como el de los que se medican mucho. Siempre lleva algo entre las manos, una bolsa, una cajita, un no se qué, como si necesitase algo en lo que entretener su desventura. Hoy, por fin, me ha hablado. Me ha dicho que ha estado en el hospital, que tenía una hernia y que se le ha roto. El médico le ha ordenado reposo absoluto. No he ido más allá de lo poco que él me ha contado, pero seguro que también vivió tiempos buenos.

         Mientras tanto el Palacio de la Almudaina sigue ahí, hermoso, entre la catedral y el mar, después de tantos siglos, atendiendo a diferentes dinastías romanas, árabes, aragonesas, mallorquinas, austrias y borbónicas. Y a los turistas, pero en número aceptable, respetuosos. Pasear sin prisas por museos y palacios es uno de los placeres todavía no desencantados.

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