jueves, 7 de abril de 2016

Sobre el sentido

        
¿Cuál es el sentido de tu vida?

© Depositphotos.com/Kantver

         “Einstein creía que esas descripciones científicas no pueden satisfacer nuestras necesidades humanas, que hay algo esencial en el ‘ahora’ que queda inevitablemente fuera de los dominios de la ciencia”. (Memorias, Rudolf Carnap)

         Afrontar una vida sin qué produce vértigo, el vértigo de la finitud. Pero, por otro lado, gozamos del placer de la conciencia, un don que la naturaleza nos ha dado, que la naturaleza se ha dado a sí misma para comprenderse. Criaturas, como todas las demás, nacidas para morir, pero como ninguna otra con conciencia del gozo de vivir. Muchos necesitan muletas para caminar por la línea de alambre, asegurados contra las caídas, otros, unos pocos a lo largo de la historia, cada vez más, viven sin más o se asoman al placer del precipicio. Frases que quedan bien en un texto, descarnadas, pero ¿qué hay del día a día, de ese ahora del que hablaba Einstein?

         Alister McGrath se ufana de haber sido un pedazo de ateo en su juventud para de ese modo hinchar el hallazgo del sentido de la vida que manifiesta haber encontrado después. Pero cuando baja a la arena del ahora, cuando intenta explicar qué tiene de especial la experiencia cristiana dice cosas que cualquier hombre podría compartir: la belleza y la dicha; el cuidado de los marginados sociales y los desfavorecidos; el asombro, la esperanza. Como ve que se queda corto, anuncia: hay realidades demasiado grandes para la razón, realidades que se asoman al misterio. La fe proporciona respuesta a las “preguntas fundamentales” a las que es imposible responder por vía científica. Nos protege del vacío existencial. Proporciona “consuelo metafísico”. Bien, son reflexiones para caminar por un bosque tomado por la niebla.


           Al final, McGrath deja de lado los enunciados metafísicos y se conforma con mucho menos que eso, algo que le sirve para el ahora, una frase que repite varias veces a lo largo del libro, que no es de él, sino de C.S Lewis: “Creo en el cristianismo como creo que el sol ha salido, no porque puedo verlo, sino porque, gracias a él, veo todo lo demás”. El cristianismo da coherencia a la realidad, ofrece una imagen de conjunto, proporciona una trama de sentido, una fe en la interconexión de todas las cosas. Es decir, un acto de fe, el sentido es un acto de fe. Para llegar ahí no hacía falta componer un libro con tanta cita.

        La cuestión queda pendiente: el ahora. Nada nos prepara, no la ciencia, tampoco la religión, ni la experiencia sirve, pero es lo que hay, hombres con conciencia, cada cual braceando por su cuenta.

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