Jefa de diplomacia de la UE llora al referirse a ataques en Bruselas |
1. El éxito inicial depende del número de víctimas, del caos
que genera y de lo inesperado de la acción. Desde este punto de vista el 11-S
fue una obra maestra. Los actos subsiguientes han sido efectos de su onda
expansiva. En el irreductible mundo de los hechos, es su representación la que
inclina la balanza de la victoria. Cuántos cuerpos destrozados, cuánto caos,
cuánta sorpresa.
2. Su segunda victoria depende del despliegue mediático. Los
terroristas prolongan su acción todo lo que pueden, en distintos escenarios, en
el tiempo, pero el alcance de esta victoria no está en sus manos sino en el
frente mediático, que llena horas de sus informativos, generalmente, pasado el
impacto inicial, con poco o nada que contar, exhibiendo emociones: el llanto de
los supervivientes, el escándalo de la población, la propia emoción de los
periodistas en el lugar de la tragedia. En el tráfico de las emociones ganan
los terroristas: los yihadistas se enardecen y el pueblo se intimida. El
terrorista busca la adhesión del pueblo por el miedo (seducción negativa).
3. No hay performance sin interpretación. Esta es la
victoria principal. Los analistas, no siempre de modo bienintencionado, dan
sentido al terrorismo, al buscar las causas que mueven a los terroristas los
legitiman, justifican sus actos, les dan razones para seguir combatiendo.
Algunos intentan borrar la referencia más simple a la que aluden los propios terroristas,
combatientes de Alá, por otra más aceptable, soldados de los suburbios;
otros buscan réditos políticos en el propio país, generalmente izquierda contra
derecha, acusando a los gobiernos de autoritarios, insolidarios y promotores de
la injusticia social (Occidente culpable).
El efecto de la interpretación es la desmovilización de la
población y la parálisis de la acción política (¿Es Bélgica un Estado fallido?).
Todo el mundo participó ayer en las tertulias espontáneas en el bar, en la sala de
estar del consultorio médico o en la peluquería. La gente expresa miedo, absentismo
y repliegue egoísta. Ante un acto terrorista salta el resorte populista con
facilidad. Solución, cara a: mano dura con la inmigración; cara b: acabar con
el hambre en el mundo y abrir las puertas a la inmigración. Los estados reafirman su
condición nacional. El frenazo en la unificación de Europa y el triunfo del
populismo sería la cuarta victoria del terrorismo. Pareciera que en el terrorismo toda
palabra es una palabra de más, incluso esta. En todo caso, es hora de tomar por la mano nuestros asuntos: “El cielo y la tierra no son humanos, y contemplan
a las personas como perros de paja”. (Lao Tsé).
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