domingo, 13 de marzo de 2016

6. Pink



         Me dice que la plaza más bonita es la Plaza de Castilla, junto a la de toros pero es evidente que no. La chica tiene muy mal gusto como voy a ir viendo, pero es muy simpática. La culpa es mía por preguntarle cuál de todas las plazas es la más bonita. Tiene muchas, me dice, la de la Alcazaba, la de San Sebastián, la de Santiago, las Descalzas, la de los Escribanos, la del Coso Viejo y tantas más, muchas donde elegir, pero entre las más bonitas no está la de Castilla. Yo me quedo con la de San Sebastián, al pie de la cuesta de los zapateros, del siglo XVI, con la hermosa torre morisca de la iglesia que le da nombre, la fuente renacentista en el medio y el arco del Nazareno detrás, donde está el restaurante Leila donde vamos a comer. Lleva la chica una chaqueta Pink y unas gafas de pasta a lo Marilyn y me va explicando, sin que yo le pregunte más, todo lo que hay que ver en la ciudad, los miradores que es lo más precioso que hay, las iglesias, los conventos. Lástima que esté todo cerrado a estas horas, excepto la joya renacentista, con elementos del gótico tardío, Real Colegiata de Santa María, ahora museo. La chica pink escogería el mirador de la Puerta de Granada, que es donde vive, por sus vistas a la peña de los enamorados: el chico cristiano y la zagala mora que se arrojaron roca abajo cuando el padre moro los persiguió para acabar con su prohibido amor. Yo me quedo con las espectaculares panorámicas desde lo alto de la alcazaba. La chica me recomienda comer en la Venta del Conejo o en todo caso en el Molino blanco, yo escojo Leila, quizá por el nombre de la enamorada mora, que según el hombre que nos atiende goza del mejor cocinero de la zona. La porra, desde luego, esta riquísima y el plato de pescaíto frito también. En fin, no ha tenido mucho éxito conmigo, pero le estoy agradecido por su simpatía Pink y un poco apenado por haber cortado su torrencial y generosa explicación. Quizá me habría hablado de los dólmenes y del singularísimo paisaje cárstico a unos pocos kilómetros, donde mis gibadas rodillas han sufrido lo que ya no deberían sufrir. Pocos lugares con paisajes tan variados y tan homogénea su arquitectura y dibujo urbano como el de esta ciudad que merecería ser declarada patrimonio de la humanidad.

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