miércoles, 9 de marzo de 2016

2. El maestro



         Lleva la guitarra en bandolera, no es muy alto, nos mira con curiosidad. Le pedimos que nos señale hacia dónde está el centro de esta ciudad sin atributos aparentes. Calles desarticuladas, edificios sin personalidad, la incuria del siglo XX. Se ofrece a acompañarnos, pisa fuerte, con seguridad, sin volver la vista atrás o mirar hacia los lados. Lo primero que nos dice es que tiene dos hijas, que la una es profesora de música y la otra juez. La plaza sorprende por su regularidad, un enorme rectángulo presidido por la Iglesia Mayor. Como tantas, construida sobre una antigua mezquita y destruida, en parte, por la explosión de un polvorín durante la guerra. Una iglesia fortaleza de comienzos del XVI. Sobre una alta peana, la estatua blanca del cardenal mira hacia el centro de la plaza, donde estaba antes de que el ayuntamiento socialista lo desplazara. El hombre ironiza sobre el uso del poder de los políticos, sobre su afán de cambiar la historia. “Primero la pusieron en ese rincón, medio tapada por la torre, luego donde está, en medio de ese jardincillo”. Luego se embala: las teles autonómicas, la educación, lo que habría que cambiar, lo que suprimir. Da clases a gente mayor, señala a quienes van llegando por la plaza. "Ya véis", como si fuese una condena inmerecida. Aun así, con brillo en los ojos, señala en dirección al santuario, la subida enmarcada por dos columnatas de palmeras, acaso construido sobre el palacio de la madre de Boabdil, sobre un promontorio, el cabezo que mira al mar.

No hay comentarios: