skip to main |
skip to sidebar
2. El maestro
Lleva la guitarra en bandolera, no es muy alto, nos mira con
curiosidad. Le pedimos que nos señale hacia dónde está el centro de esta ciudad
sin atributos aparentes. Calles desarticuladas, edificios sin personalidad, la
incuria del siglo XX. Se ofrece a acompañarnos, pisa fuerte, con seguridad, sin
volver la vista atrás o mirar hacia los lados. Lo primero que nos dice es que
tiene dos hijas, que la una es profesora de música y la otra juez. La plaza
sorprende por su regularidad, un enorme rectángulo presidido por la Iglesia
Mayor. Como tantas, construida sobre una antigua mezquita y destruida, en
parte, por la explosión de un polvorín durante la guerra. Una iglesia fortaleza
de comienzos del XVI. Sobre una alta peana, la estatua blanca del cardenal mira
hacia el centro de la plaza, donde estaba antes de que el ayuntamiento
socialista lo desplazara. El hombre ironiza sobre el uso del poder de los
políticos, sobre su afán de cambiar la historia. “Primero la pusieron en ese
rincón, medio tapada por la torre, luego donde está, en medio de ese
jardincillo”. Luego se embala: las teles autonómicas, la educación, lo que
habría que cambiar, lo que suprimir. Da clases a gente mayor, señala a quienes
van llegando por la plaza. "Ya véis", como si fuese una condena inmerecida. Aun así, con brillo en los ojos, señala en dirección
al santuario, la subida enmarcada por dos columnatas de palmeras, acaso
construido sobre el palacio de la madre de Boabdil, sobre un promontorio, el
cabezo que mira al mar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario