sábado, 19 de marzo de 2016

12. Sexi


         De la cultura argárica, 1500 ac, en la Edad del Bronce, hasta la actualidad, con británicos y alemanes a la cabeza, la afición de otros pueblos, atraídos por el clima y los frutos subtropicales, a asentase en estas costas no ha tenido pausa. Del primer nombre dado por los fenicios, sustituido luego por el que impusieron los islámicos, se conserva el gentilicio, sexitanos. Tras los griegos, los romanos apreciaron la situación geográfica de este lugar para dar salida a la salazón de pescado, al garum y a la moneda. De todo ello hay constancia arqueológica, visible en el casco de la ciudad: piletas para la salazón, ceca, alfarería, además de templos, teatro y acueducto. Aquí desembarcó Abderramán I, en el año 755, para dar comienzo al emirato y aquí resistió el reino nazarí hasta poco antes de que los castellanos conquistaran Granada. Quizá sea una falsa impresión, pero me parece que la piel y los ojos de esta gente conserva la memoria de tantos siglos moriscos, hasta el idioma, que a veces cuesta entender, guarda esa memoria. El casco urbano es un subir y bajar callejuelas por el cerro de San Miguel hacia el castillo y de este a las playas, con recoletas plazas, estrechas calles dedicadas al comercio y un museo arqueológico que aprovecha un complejo de bóvedas romano, que cuenta entre sus piezas con un vaso cinerario egipcio, de mármol, perteneciente al faraón Apofis I, que contiene una inscripción jeroglífica que se tiene por el texto escrito más antiguo de España.


"El dios bueno, señor del Doble País, cuyo poder alcanza victorias totales  y que no hay país exento de rendirle servicio, el Rey del Ato y Bajo Egipto, el hijo de Re (Apofis) dotado de vida, y la hermana real Charudyet, que sea dotada de vida".

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