Cómo bien
indica el título, esta es una historia para los que, sin querer o necesitar conocer
a fondo lo ocurrido en los últimos mil años en ese movido rincón del noreste
peninsular, quieran tener una mínima información para comprender el desasosiego
que embarga a sus habitantes desde hace unos pocos años. El libro no está
dirigido a los catalanes, pues, primero porque la mitad no aceptaría el punto
de vista del autor y después porque la información que ofrece es tan escueta
que la mayoría ya la conoce o la sobrepasa.
Así que sus destinatarios son los españoles
del resto de la Península que quieran saber cómo se gestó la singularidad de
Cataluña, si alguna vez tuvo identidad política propia y separada, si realmente
hizo suyo el Mediterráneo en la época de su mayor esplendor, si la Generalitat
fue el gobierno de siempre de los catalanes, si tal forma de gobierno, con el pactismo
como bandera fue un hecho diferencial, si las rebeliones de 1640 contra
Olivares y Felipe IV y los hechos de 1714 contra el primer Borbón, Felipe V,
agruparon a toda la población del principado y tuvieron características de
vindicación nacional, si la guerra civil fue una guerra de españoles contra
catalanes, si, en fin, el nacionalismo, tal como ahora se manifiesta, tiene
fundamento.
El punto de
vista de Jordi Canal es el de un historiador mesurado y profesional que
prefiere la realidad histórica a los mitos, que trata de situar los hechos en
el contexto de la época sin proyectar una luz actual sobre el pasado
reinterpretándolo. Inscrito en una colección de Turner, junto a otras historias
mínimas, bajo la advocación de Gaziel, un periodista catalán, Agustí Calvet,
que tuvo que huir de la Barcelona revolucionaria del 36 y retornó en 1940, pero
recalando en Madrid, con un importante libro de memorias bajo el brazo, Quina
mesa de gent som. Quatre assaigs sobre Catalunya i els catalans, escrito en
1938 pero que no se publicó hasta 1970, muy crítico con la historia
nacionalista, Jordi Canal enfoca la historia de Cataluña con normalidad, sin
prejuicios, de manera desapasionada, atendiendo a la complejidad de un
territorio que debería ponerse a secar al sol para que, como ha dicho otro
historiador, García Cárcel, Cataluña deje de ser una sociedad enferma de
pasado.
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