lunes, 29 de febrero de 2016

Brooklyn



            Cuando Colm Tóibín compuso la pieza romántica que es Brooklyn tuvo que situarla atrás en el tiempo, hacia 1950, porque los usos y costumbres amorosos ya no son los mismos que los que él quería reflejar. Lo que hace el escritor es una arqueología de los sentimientos de una época no tan lejana, pero en un contexto muy diferente del actual, acabada la guerra mundial, con muchos jóvenes europeos emigrando a América y reajustando los códigos familiares con los que habían crecido. La protagonista, Eilin, abandona a hermana y madre en un pueblecito de Irlanda para buscarse un futuro en América, allí conoce a un fontanero de origen italiano con el que, ante su insistencia, contrae nupcias. Pero la fortuna muda sus planes cuando su hermana muere y ha de volver al hogar familiar para consolar a la madre. Entonces un guapo irlandés se cruza en su camino hacia la felicidad. Así, la devoción paterna, la fidelidad, el impulso romántico, las costumbres sociales convertidas en leyes tejen la tormenta que desasosiega a la pobre Eilin, a quien, movida por la corriente moral de la época, no le queda más remedio que optar por la promesa de América y el repudio del romanticismo, rechazando en el mismo movimiento las obligaciones de una sociedad avejentada y el impulso de la propia voluntad.


            Como ocurre con Carol, coetánea estricta de Brooklyn en la selección del momento histórico en que sucede la acción y en el año de su producción, aunque el Brooklyn de Eilin nada tenga que ver con el glamuroso medio social en que se mueve Carol, la reconstrucción de época, la escenografía, el vestuario, la interpretación, más luminosa en Brooklyn, más colorista y diáfana, a tono con un sentimentalismo clásico de pañuelo suelto, es creíble gracias al gran trabajo de producción. Además, Nick Hornby como guionista ha podado los aspectos más sombríos, las complejidades de los personajes. Todo está perfectamente envuelto para que las emociones lleguen limpias ante las pupilas temblorosas del espectador.


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