Precedido
por muy buenas críticas, hoy por fin he podido ver el Sócrates de Josep
María Pou, el gran protagonista de la función. No puedo decir lo mismo de los
que han pergeñado esta pieza, Mario Gas y Alberto Iglesias. Lo que falla, desde
mi punto de vista es el texto, no lo hay o es muy endeble, teatral, previsible,
sin que remueva nada en el espectador, sin que zarandee su conciencia
adormilada. Sólo en algunos momentos han conseguido sacarme del sopor, y más
gracias a los intérpretes que a la enjundia del texto. El monólogo de Jantipa,
la muy contenida y creíble Amparo Pamplona, el breve momento del acusador Pep
Molina, el del amigo Carles Canut y por supuesto la presencia de Josep María
Pou, sobre todo cuando se dirige directamente a la platea reprochándole los
móviles encendidos y las toses exageradas. Pocos momentos en que la emoción
traspasa los velos transparentes de la cuarta pared. El guión está
confeccionado como se confecciona un escenario o la iluminación o el vestuario,
acudiendo a la carpintería teatral, al oficio de la profesión. Se alude a la
moral, a la honestidad, a la justicia y sobre todo, una y otra vez, a la verdad,
pero son sólo conceptos que en cuanto salen de la boca del actor caen, como un
foco que se enciende o se apaga o una túnica que se deja arrastrar o se cuelga
del hombro. Las palabras, las frases, se repiten como ecos que rebotan en las
paredes del teatro sin que se quiebren y formen parte de una mayéutica que
penetre como contradicción en el oído de los espectadores.
Lo peor, la
fallida apuesta por hacer de Sócrates un contemporáneo. Los autores tenían
delante una realidad que está llamando a gritos ser incorporada a las tablas, en
Cataluña, en España, pero este Sócrates que nos presentan es un viejo sin
chispa, lleno de frases tópicas y acartonadas, a pesar de que el director en el
programa de mano dedique con frase rimbombante el espectáculo “al pueblo
griego, y a su gobierno, esperando que el caso de Grecia sirva para que avance
la Europa de los ciudadanos y retroceda la Europa del gran capital”. Una
ocasión perdida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario