Es en lo poco, en lo mísero incluso, cuando el hombre se da cuenta del hombre que es, basta un café de a euro, junto al Tinto, bajo las desconchadas murallas de Niebla, en una terraza cubierta con faldones y techo de plástico, con el ruido brumoso del fútbol retransmitido detrás, más algunas sombras de mujeres, basta eso poco para que la humanidad vuelva como ladron que pide la vez: He, que no me he ido, para, detente un poco, escucha. Y me pongo a escuchar, despojado de todo lo que traigo, desnudo, solitario. Silencio. Pero solo es un momento, en cuanto caigo en ello y repito la frase como un cuchillo percutiendo en el vaso: Es en lo poco y en lo mísero, que la frase cae y se amolda, y vuelvo al circo y al bullicio en el que como hombre ando metido y del que casi no puedo salir, el regusto estético que todo lo corrompe. Ya va la tarde rompiendo hacia Portugal, la autovia , los hombres tomados por los cacharros digitales, las nubes de color, la tierra plana, el lamparón hundido en el Guadiana, lo humano agarrado por la técnica y la estética de baratillo. Así va el hombre sin humanidad.
sábado, 16 de enero de 2016
Lamparón
Es en lo poco, en lo mísero incluso, cuando el hombre se da cuenta del hombre que es, basta un café de a euro, junto al Tinto, bajo las desconchadas murallas de Niebla, en una terraza cubierta con faldones y techo de plástico, con el ruido brumoso del fútbol retransmitido detrás, más algunas sombras de mujeres, basta eso poco para que la humanidad vuelva como ladron que pide la vez: He, que no me he ido, para, detente un poco, escucha. Y me pongo a escuchar, despojado de todo lo que traigo, desnudo, solitario. Silencio. Pero solo es un momento, en cuanto caigo en ello y repito la frase como un cuchillo percutiendo en el vaso: Es en lo poco y en lo mísero, que la frase cae y se amolda, y vuelvo al circo y al bullicio en el que como hombre ando metido y del que casi no puedo salir, el regusto estético que todo lo corrompe. Ya va la tarde rompiendo hacia Portugal, la autovia , los hombres tomados por los cacharros digitales, las nubes de color, la tierra plana, el lamparón hundido en el Guadiana, lo humano agarrado por la técnica y la estética de baratillo. Así va el hombre sin humanidad.
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