jueves, 14 de enero de 2016

Pop pop populismo pop




    Me resultan repugnantes las caricias a los niños en campaña electoral, pero todo descenso en el respeto a los demás es susceptible de seguir abismandose. Ofrecer al propio hijo a las cámaras como acto político el día de la inauguración de la nueva legislatura ahonda en la idiotizacion, ignorante de si misma. Pero no será el último acto del chapoteo en la cloaca, falta poco para que la misma madre u otra levante el trapito protector para ofrecer al pueblo la teta desnuda y los rojos labios del bebé o quizá para que quien le ofrezca el pecho seco sea un caballero como vindicación de la maternidad masculina.

     El populismo tiene como una de sus características la sustitución del discurso racional por el discurso retórico, vacío, insustancial. No se organiza en torno a un programa de objetivos alcanzables sino en la queja indefinida y multiforme como elemento cohesionador, una queja ante un enemigo perfectamente definido.

     Pero la indigencia del populismo no dice tanto de sus líderes como de la gente que les vota, de la cultura política del medio en que surge. Por aberrante que sea la retórica populista no tendrá efecto sobre quienes le han votado o les siguen y apoyan en las redes, profiriendo insultos y mentiras a sabiendas, no al menos en el corto plazo, porque en la queja generalista y vaga que formulan sus líderes ellos identifican su propio resentimiento, la concreción de la ofensa de que creen sers objeto.

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