jueves, 10 de diciembre de 2015

Diario de la buena vecina, de Doris Lessing


diario de una buena vecina-doris lessing-9788466320825            Qué es lo que hace que una obra sea perdurable. Quizá su capacidad para seguir hablando a cada lector personalmente. Cada uno, y de forma diferente a los demás, va topando en la lectura con asuntos que le conciernen, preguntas que no se atrevía a plantearse, hechos que le golpean de pronto con la contundencia de lo desconocido, que sin embargo estaban ahí esperándole. Como la vejez. Como la muerte. Hemos construido una sociedad que, gracias a la tecnología, trata con la mayor asepsia la enfermedad y sus derivados. Las ocultamos, o escondemos la cabeza ante ellas. No hacemos que formen parte de la educación de nuestros hijos. A ello se enfrenta Doris Lessing en esta novela, Diario de la buena vecina, publicado en Inglaterra en 1983.

            Una mujer de mediana edad, Janna Sommers, editora de una revista para mujeres, se hace amiga de Maudie Fowler, una anciana de 90 años, cascarrabias de genio vivo que a pesar de se clara invalidez no deja que le ayuden. Janna tiene en el recuerdo malas experiencias, la enfermedad de la abuela, las muertes de su madre y de su marido. Antepuso su trabajo y libertad a su cuidado y ahora de algún modo necesita aliviar su culpabilidad. Janna topa con Maudie en una farmacia y a pesar del abismo que les separa, de edad, de medio social, se obliga a visitarla. Entre ellas nace una amistad que se alimenta de gestos y palabras no dichas, de una ternura que solo el lenguaje claro de Doris Lessing acierta a explicar. La visita hasta dos veces al día, toma el te en tazas mugrientas, se sobrepone al hedor que desprende la casa, la gata, a los olores de vieja, y que trata de borrar cuando vuelve a su casa con un buen baño. Janna se presenta ante ella con sus trajes clásicos caros y le da cuenta de la vida mundana. Maudie le cuenta su triste vida familiar, el padre tirano, sus hermanas, su desgraciado matrimonio, su trabajo de sombrerera. Janna cree a medias las fantasías que crea su desamparo. Janna comprende que al fin ella siente la misma indefensión que Maudie, la misma soledad, la misma necesidad de amistad, de habar con alguien.

            Juntos a ellas aparece un grupo de mujeres que en el cambio entre los setenta y los ochenta del siglo pasado se enfrentan a la vida cada una a su manera. Amigas, compañeras de trabajo, familiares, cada una con sus cargas, sus temores y debilidades, como si estuvieran aprendiendo a vivir de un modo autónomo y responsable, en el que los hombres parecen haber desaparecido o están muy difuminados. Joyce la muy eficiente directora de la revista, que no sabe si dejar a su marido, quien ha dejado embarazada a otra mujer, o seguirlo a Norteamérica. De ella dice Janna, Joyce es la única persona en mi vida con la que he hablado. Georgie, la hermana de Jannna, absorbida por su marido y sus cuatro hijos, quien ha tenido a su madre en casa durante diez años, incapaz de tener una vida propia y también de comprender la vida libre de su hermana. Phyllis, la secretaria de Lilith, joven y bonita, que ha crecido con el Women’s lib, que espera que llegue el momento para ocupar el lugar de Joyce en la revista. Jill, la esbelta sobrina de Janna, no muy buena estudiando, pero lista para aprender de su tía. Vera Rogers, asistente social, que realiza dos trabajos prácticamente iguales, el de su hogar y con los ancianos, entregada a ambos, cansada pero optimista. Y las ancianas, Maudie, Penny, Annie Reeves, Eliza Bates a quienes tanto cuesta asumir que son viejas, que no pueden valerse por sí mismas, que necesitan ayuda y que van a morir.

            Doris Lessing utiliza la forma diario para describir este mundo de mujeres, con una escritura sobria, cercana al habla, a veces descriptiva cuando habla de la moda y sus cambios a lo largo del siglo, el interior misérrimo y fétido de las viviendas de las ancianas y de su cuerpo desarticulado, otras analítica para explicar la sociedad en la que las mujeres están aprendiendo a vivir por su cuenta, el sistema de asistencia, los hospitales, la burocracia médica, y también el monólogo interior para darle la voz a Maudie, a la propia Janna o a otros personajes. Lessing no habla solo de enfermedad, vejez, decadencia y muerte, también de la vida que se abre en las chicas que salen del huerto cerrado familiar o se liberan del marido o de quienes, al final de sus vidas, no acaben de comprender que se les escapa y tienen que decir adiós.

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