viernes, 29 de mayo de 2015

Che strano chiamarsi Federico!




            Es difícil saber qué es esta película. ¿Un biopic, un documental, un canto a la amistad, un recuerdo melancólico de los buenos tiempos, el destilado de una forma de hacer películas, el estilo Fellini? Es todo eso y no lo es, mucho más y mucho menos. Si hemos de creer lo que se nos cuenta, Federico Fellini y Ettore Scola, que es quien dirige la película, fueron grandes amigos, desde muy pronto, desde que empezaron a colaborar en la revista satírica Marc’Aurelio en los años del fascismo, amigos también de Marcello Mastroianni, guionistas de otros directores antes de ponerse ellos mismos a hacer películas en los estudios de Cinecittà. A veces resulta algo empalagosa por el incienso en dirección a Fellini pero también al propio Scola. También hay algo de pastiche cuando se reproducen algunas de las escenas que rodó Fellini, pero el conjunto es agradable, la música, el movimiento, la ligereza propios del gran director italiano, los retazos de sus grandes películas, el ambiente de los estudios, el aroma de una época que ha quedado gracias al ingenio del gran Federico. 

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