domingo, 25 de enero de 2015

Gol de Piqué


           Cuesta comprender que en plena Castilla haya acérrimos seguidores, fanáticos del Barça, como que haya gente en general que pierda su preciado tiempo viendo los partidos de basket de la liga americana o de la Premiere ligue o tantas otras cosas inertes o sin fundamento para sus propias vidas, pero lo que más sorprende es ver en esos seguidores mesetarios del equipo de fútbol de Cataluña fanáticos nacionalistas, no de allí sino de aquí. Me toca en el asiento de vuelta del bus que me trae de la nieve a uno de esos intolerantes, con quien intento razonar en vano. Le pido que me explique que le mueve y en ello se parece a los fanáticos de allí, es algo íntimo y superior que no puede ser explicado. Le digo lo que el Barça significa para Cataluña, señera más que la senyera de la ilusión independentista, pero él lo niega, el Barça no lo es, dice que mire lo que gritan sus seguidores en los campos, que oiga en qué lengua gritan, lo que dicen los periódicos y radios deportivos, a eso no sé qué contestar porque no acudo a los campos ni uso ese papel ni me limpio los oídos con esas distrofias musicales y luego me lleva a la incongruencia independentista, al sinsentido, a España y su indisolubilidad, acaba de escuchar a un historiador decir en una conferencia que Cataluña nunca ha sido independiente ni ha luchado por su independencia, pero no atiende a los datos reales que le ofrezco, los del pasado, los del presente, 1640, 1714, la sociología. Intento explicarle que la democracia es igual para todos, que todas las opciones tienen derecho a ser oídas, representadas y discutidas. Saltamos a la política en general, al paro, a la democracia otra vez, a comprender, le apunto, que haya gente en situación dramática que vea en Podemos una opción válida, me dice que eso es imposible, que la economía mejora y que la razón va en contra de que incluso los parados o las familias sin recursos voten a ese partido nuevo. Dejo de razonar con él, derrotado, porque su pasión es inasequible. Miro embobado la pantalla desplegada en el bus que muestra la carretera adelante, con la nieve en los arcenes, más real, mejor iluminada que si miro a través del parabrisas. Mi compañero se enfrasca en sus cascos escuchando la retransmisión del partido. Gol de Piqué dice, contenido pero emocionado.

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