martes, 4 de noviembre de 2014

Camino 29



     De Monte do Gozo a Santiago. Etapa de descanso. Un km de bajada y cuatro por las calles de Santiago hasta la catedral. Busco emociones tras casi 800 kms, no las encuentro. No ha ocurrido nada de lo que yo esperaba, cambios físicos, mentales o espirituales. No he hecho el camino que preveía hacer. He hecho otro. Caminando, después del café de la mañana, me oigo anunciar que voy a seguir hasta Fisterra. Soy el primer sorprendido. Carlos y Javier, los últimos incorporados dicen que van conmigo. Xavi ya tiene el billete de vuelta a Mallorca, Cristian se va a Verín antes de volar a Australia. Nos fotografiamos en la plaza del Obradoiro, con un montón de conocidos. El primero el japonés silencioso, despiojado por las carvajalas de León, que nos abraza efusivamente. La italiana de Verona, que sigue refunfuñando porque su amiga la dejó atrás. Felipe, el mexicahawaiano que quería hacer 150 kms en tres días para asistir el domingo a la misa con botafumeiro. No lo consiguió, llegó el lunes. Además este año el botafumeiro se suelta los viernes. Su amigo o ex amigo brasileño, que nos costó reconocer porque estaba desbarbado.

     Soy el tercero en la cola del día para recibir la compostelana, el crédito que atestigua haber realizado el camino. Ni siquiera he mirado si han escrito bien mi nombre o la ciudad de la que digo proceder. Ciudad cambiante, según el día, Valladolid, Barcelona, Burgos. No miento sobre ninguna de las tres. Me alojo en la hospedería del Seminario Mayor. Un lujo, duermo entre sábanas por vez primera. Asisto como un zombi a la misa del peregrino en la catedral, a las doce. Cumplo con el rito de abrazar al apóstol. ¿Tendré que hacer otro camino para sentir emociones auténticas? A lo largo del día me voy despidiendo de alguno de los amigos del camino. Daniel que va en bus hacia Fisterra. Cristian hacia Verín, tierra de su abuela. Allegra, a quien hemos vuelto a ver con gran alegría, y que por fin, entre lágrimas, nos ha confesado el motivo de su viaje: el 21 de septiembre falleció su amigo -¿marido, novio?- en Cortina d'Ampezzo, donde vive y trabaja de camarera. Con Allegra he viajado intermitentemente desde Roncesvalles. Santiago se muestra gris y fría.

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